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Así es Coiba, la isla que albergó a peligrosos criminales por 100 años y ahora es un destino turístico

En 1919 la isla empezó a funcionar como una de las cárceles más peligrosas de Panamá; el escape de los reos era imposible, debido a que está rodeada de tiburones y cocodrilos. Actualmente, es uno de los destinos turísticos más visitados. 

Coiba es una reserva natural de enorme riqueza ubicada en el océano Pacífico. Fue reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2005. Foto: composición de Jazmin Ceras para LR/National Geographic
Coiba es una reserva natural de enorme riqueza ubicada en el océano Pacífico. Fue reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2005. Foto: composición de Jazmin Ceras para LR/National Geographic

Año tras año, miles de turistas llegan hasta la isla Coiba de Panamá para vivir experiencias que solo pueden ofrecer pocos lugares que albergan la mayor biodiversidad en el planeta. Desde observar especies que no existen en otros países a nadar con tiburones, cocodrilos y tortugas, el área que forma parte del parque nacional es un paraíso natural inigualable, pero no siempre fue así.

Coiba es la más grande de las 38 islas que conforman el parque nacional que lleva el mismo nombre, el cual fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2005. Cuenta con una superficie de más de 485 kilómetros cuadrados y 1.450 especies de plantas, cientos de animales y sus playas turquesas ostentan los más variados y coloridos arrecifes de coral.

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La belleza y autenticidad de Coiba es un caso de conservación accidental que algunos expertos atribuyen a un pasado oscuro de la región. Desde 1919 hasta el año 2004, la isla funcionaba como el centro penitenciario que albergaba a los criminales más peligrosos de Panamá.

Coiba tenía complejos para los guardias que vigilaban la isla. Muchos criminales eran encerrados en celdas; sin embargo, la mayoría vivía en los campamentos de la isla. Foto: National Geographic

Coiba tenía complejos para los guardias que vigilaban la isla. Muchos criminales eran encerrados en celdas; sin embargo, la mayoría vivía en los campamentos de la isla. Foto: National Geographic

A diferencia de una cárcel normal, donde se encierra a los reos tras los barrotes, los condenados estaban dispersos por la isla en 30 campamentos construidos con lo que la naturaleza les brindara.

Quienes se quedaban en pequeños fuertes en la isla eran los guardianes, debido a que debían protegerse de los convictos. Los prisioneros que intentaran escapar cambiaban de opinión por los tiburones y cocodrilos que habitaban las aguas alrededor de la región.

De acuerdo con un informe de National Geographic, Coiba representaba un peligro de muerte para algunos prisioneros, la supervivencia era dura debido a las condiciones naturales de la isla; además, existía la posibilidad de morir a manos de los demás prisioneros.

En aquella época la isla panameña no era un destino turístico, por lo que su flora y fauna logró prosperar casi sin interrupciones. Se llevó a cabo la agricultura de subsistencia a pequeña escala y una de las principales fuentes de alimento era el ganado. Cuando el penal cerró en 2004, el 80% del bosque aún estaba intacto.