José Santa Cruz. Fisioterapista de cabecera de Martín Adán revela, 30 años después, que el poeta no tuvo la asistencia médica debida en el Hospital Loayza antes del desenlace fatal., La información de algunos diarios y también la que aparece en Wikipedia, señalan que Martín Adán murió “por un paro cardiaco durante la intervención quirúrgica a las 10:45 p.m. del 29 de enero de 1985”. Treinta años después, debemos decir que su muerte no habría sido así. José Santa Cruz, quien fue su fisioterapista de cabecera, afirma que el poeta falleció en su cama, en su reposo posoperatorio y no durante la intervención quirúrgica. Sostiene también que minutos previos al desenlace fatal, el poeta no tuvo la asistencia debida y que en buena cuenta murió por negligencia médica. PUEDES VER: Martín Adán, Ribeyro, Watanabe en el Día Internacional del Libro Esta noticia es una de los aportes que recogimos de la muestra “Todo menos morir”, sobre Martín Adán preparada por Daniel Contreras y Herman Schwarz en la Casa de la Literatura Peruana. Si bien Martín escribió “Si quieres saber de mi vida,/ vete a mirar al mar “, nosotros esta vez fuimos a preguntarle a José Santa Cruz cómo conoció al autor de la Casa de cartón y cómo ocurrieron los hechos en la noche de su muerte. José Santa Cruz es un profesional reconocido. Ha sido terapeuta del mítico futbolista Lolo Fernández y también de Georgette Philippart, esposa de César Vallejo, en la clínica Maison de Santé. “Yo era terapeuta en la de Maison de Santé de la última esposa de Juan Mejía Baca. Allí establecí una amistad y fue don Juan quien después me pidió que atendiera al poeta cuando lo trasladen al asilo de Canevaro. ¿En ese entonces usted sabía que era un gran poeta? No, para mí solo era un señor. Don Juan me dijo que cuando llegue al asilo Martín Adán, yo esté allí, supervise y vea lo que es su atención y alimentación y no le falte nada. Allí me lo presentó, estaba bien, lúcido. Una cosa me pidió temprano: que le consiga una lupa. ¿Y con usted era huraño? No, para nasa. Esos son los mitos que siempre se ha dicho de él. Se cohibía, pero no por huraño, sino porque se sentía un ser indefenso. No botaba a la gente como dicen, lo digo porque siempre llegaba chicas a su cuarto, enfermeras que se enteraban que era poeta, iban, lo saludaban y él los trataba amablamente. ¿Y cuándo se le acaba esa felicidad al poeta? Cuando él se cae porque habían puesto cera al piso. Eso fue de noche, cuando se levantó para ir al baño, se resbaló y se fracturó la cadera derecha. Creo que esa fractura trajo complicaciones como infección urinaria y problemas de la próstata y por eso se lo trasladó al Loayza para operarlo. ¿Y usted también lo cuidó en en Hospital Loayza? Es que solo estuvo una noche en el Hospital Loyaza, pero también allí yo lo atendí. Lo que pasa es que cuando Martín se fractura, tenía que haber una persona que lo acompañe día y noche. Cuando no había nadie, me quedaba yo. En esas noches, conversaba Martín Adán? Sí, claro, hasta último conversaba con él. El problema es que cuando estaba en el Loayza y lo operaron, tuvo un shock. ¿El shock fue en la sala de operación? No, en su cama del hospital Loayza. Entró en shock posoperatorio. Le avisé a la enfermera que el paciente estaba sudando. La enfermera me dijo, hace calor, quítele una frazada. Se la quité y seguía sudando, entonces le dije: “Señorita, sigue sudando el paciente”. La enfermera se inquietó y se acercó y no sabía qué hacer. Llamó a un médico, parece que era residente, era muy joven, porque tampoco no sabía qué hacer. El médico me dijo: “Un favor, anda a Emergencia y llama al médico de turno para que venga a ayudarme”. Él no sabía resolver. No. La clínica de Loayza está en el cuarto piso y a esa hora, como las 10 de la noche, el ascensor no funcionaba y de allí Emergencia estaba lejos. Cuando llegué a Emergencia, los pacientes estaban tirados en el piso y solo había un médico, le hablé y me dijo “a la hora que termino, subo”. Pero a qué hora iba a terminar... Regresé corriendo y ya, entre el médico y yo, agarramos al paciente, le hicimos masajes cardíacos. También había un aparato para darle la respiración. Quisimos darle nuevos masajes, pero en esa cama no se podía, se hundía el colchón. Así que entre los dos lo bajamos al piso y más masajes, lo subimos otra vez y es cuando apareció un médico que salía de una operación, porque venía con toda la indumentaria. La enfermera lo llamó. Al ver al paciente, le preguntó al médico “¿Le ha puesto este medicamento, le aplicó esto, lo otro?”. El joven médico a cada pregunta, decía “no”, “no”, “no”. “Entonces -le dijo- este paciente ya está muerto”, se dio la media vuelta y se fue. ¿Y ya estaba muerto? Sí, ya estaba muerto. Mire, cuánto tiempo pasó, ir hasta Emergencia, esperar y decirle al doctor, regresar... Cuánto tiempo pasó.. Por lo menos unos 25 minutos. No tuvo la atención inmediata. No, como le digo, el médico que vino dejó claro eso. Y usted le contó a don Juan las circunstancias en que había muerto el poeta? No, no, porque en ese trajín no hubo oportunidad. Y tampoco porque entonces no sabía la magnitud de Martín Adán. ¿Es la primera vez que lo cuenta? Sí. Nunca hablé de esto. ¿Y por qué ahora? Creo que eso debe saberse, porque yo vi morir a Martín Adán. Dato Últimos días. “Todo menos morir. Genio y soledad de Martín Adán, muestra organizada por Daniel Contreras y Herman Schwarsz en la Casa de la Literatura Peruana. Manuscritos, libros, fotografías, objetos personales y cartas. Visitarla en Jr. Áncash 207, Lima, al lado de Palacio de Gobierno.