El exministro de Cultura ha interpretado papeles teatrales desde 1964. “El gran teatro del mundo”, su última dirección escénica, se estrena este 26 de abril por los 100 años de PUCP.,“Hermosa compostura de esa varia inferior arquitectura, que entre sombras y lejos a esta celeste usurpas los reflejos, cuando con flores bellas el número compite a sus estrellas, siendo con resplandores humano cielo de caducas flores”. Los versos de Calderón de la Barca reviven en la boca de un exministro peruano. Luis Peirano dejó la cartera de Cultura y ahora retoma la difícil tarea del auto sacramental “El gran teatro del mundo”. Las tablas del teatro pueden ser aún más difíciles que las de un ministerio. De la escena política a la escena teatral. Pese a su experiencia, los regresos siempre son complicados, ¿cierto? Sí. Todo regreso es difícil, “el que se fue a Barranco perdió su banco”. Alguien en esta universidad lo dijo cuando yo me fui al Ministerio. Después me nombraron decano de la facultad de artes escénicas, fue un regreso para avanzar. Tremenda responsabilidad de dirigir una de las puestas en escena más ambiciosas del año. ¿Se siente más cómodo en las tablas que en la gestión pública? Ambas cosas me han dado satisfacciones muy importantes. La responsabilidad del servicio público es muy grande, ¿no? Estás expuesto a que te digan cualquier cosa. Estar metido en el mundo de la política y no se puede hacer política sin confrontación o violencia verbal. Y en la dirección de “El gran teatro del mundo”, ¿no se siente expuesto? También. Hay muchísima responsabilidad, es una obra costosa que no se puede hacer a cada rato. Empezamos a ensayar hace doce meses. Le hemos pedimos al presidente que nos preste la caballería Domingo Nieto, algunos comandantes han participado antes en el 2004. En su gestión, ¿cómo podía implantar las bases culturales, desde el Ministerio, con presupuestos tan bajos? Cuando un Ministerio de Cultura tiene menos de un 1%, las posibilidades de acción son muy reducidas. Yo trataba de pedir que los diferentes ministerios asumieran responsabilidad en el campo cultural. Es difícil, la política general y cultural supone convergencia de opiniones y decisiones de manera colectiva. Al igual que el teatro, el trabajo es de equipo. Y si a ello le sumamos la lluvia de críticas por frentes políticos, se vuelve complicado, ¿no? Hay que entender la cultura sin politiquerías. Cultura es para todos y está llena de política. La politiquería son intereses bajos, mezquinos. A mí me venía a visitar el ministro de Energía y Minas preocupado, el ministro de Vivienda o el de Agricultura. ¿Cree que la cultura puede llegar a ser clasista? No todos pueden acudir a ver una obra teatral y la cultura popular no se difunde mucho. La cultura popular es fundamental, ¿no? La cultura popular es del pueblo y el pueblo somos todos. Algunos tienen dinero y otros nada. Pero la cultura atrae a todos, a pobres y ricos. El actual ministro de Cultura, Salvador del Solar, ha actuado bajo sus direcciones, ¿lo llama para pedir algún consejo en el Ministerio? Yo conozco muy bien a Salvador del Solar. Cuando me llama hablamos normal. Si me pide mi opinión, se la digo, aunque no me llama mucho (risas).