Rember Yahuarcani: “El arte indígena se vale por sí mismo”
Artista exhibe una muestra de sus trabajos en Washington y dice que la suya es pintura indígena contemporánea.
En las paredes de su taller, en el centro de Lima, en lienzos de mediano y gran formato, perviven sus personajes míticos. Hombres pájaros, mariposas, serpientes, todos pintados como en filigrana. Son seres del bosque amazónico, pero Rember Yahuarcani (Pebas, Loreto, 1985) niega a llamarse artista amazónico.
Se autoproclama artista indígena contemporáneo y dice que la suya, como de otros artistas indígenas de la selva, no es pintura amazónica sino pintura indígena contemporánea. Esa es lucha y exige que el arte indígena tenga un lugar en los museos, bienales, galerías, como arte contemporáneo, con las mismas consideraciones que otras artes.
Yahuarcani actualmente exhibe la muestra en “USUMA, Spirits of Power” (USUMA, Espíritus de Poder) en la galería del Perú, en Washington, D.C., Estados Unidos.
“Creo que hasta ahora los artistas indígenas y la pintura indígena no tienen un lugar en la contemporaneidad de la historia del arte peruano. Entonces, proponer lo que nosotros hacemos es arte indígena contemporáneo es poner un punto. Es decir, marcar el punto de partida para poder ubicarnos en el vasto mundo contemporáneo de la artes”, afirma Yahuarcani.
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—Un artista como tú, nutrido por fuentes tradicionales y míticas, ¿cómo ensambla un saber mítico con una realidad contemporánea?
—En realidad, hace falta el diálogo entre la sociedad indígena y la sociedad occidental. Yo creo que esto se ensambla en la medida que los artistas indígenas comiencen a crear una propuesta y estilo propio. Yo creo que todo ese aprendizaje, tanto del mundo occidental como del mundo indígena, todo suma y eso es expresado en cada obra que cada artista indígena propone. En estos tiempos cada artista indígena, más allá de la tradición y sus fuentes ancestrales, tiene una propuesta más íntima, como cualquier artista urbano, latinoamericano, europeo o académico.
—¿Sumar esos nuevos valores le da nuevos créditos para exigir un lugar en el arte peruano?
—Le da todos los créditos. También le da las cualidades estéticas contemporáneas a las piezas de arte creadas por indígenas. En este momento, una pieza de arte indígena expuesto en un museo de arte contemporáneo tiene las mismas cualidades y calidades que cualquier otra pieza de cualquier otra artista que no es indígena. El arte indígena contemporáneo no necesita, digamos, de un sustento antropológico. El arte indígena se vale por sí mismo.
—¿Los artistas indígenas están en diálogo vivo con lo contemporáneos?
—Totalmente. Las obras de los artistas indígenas contemporáneos en este momento son resultado de un diálogo vivo, en su proceso y experimentación, entre lo tradicional, lo antiguo y lo contemporáneo. Y ese diálogo se da donde esté el artista, ya sea en la ciudad, en una comunidad como Cantagallo, en Lima, o si vive en una comunidad, en la selva. Su arte estará nutrido por sus ancestros.
—O sea, ¿lo mítico siempre lo estará determinando?
—Sí, pero no solo los mitos y las historias. El artista indígena es un ciudadano, es una persona que está muy consciente de la realidad que vive. Entonces, su obra también está nutrido de los temas de la coyuntura, como los temas políticos, los temas medioambientales, la contaminación. O sea, la supervivencia en la comunidad o en la ciudad. Entonces, esa obra no solo está en diálogo con lo tradicional sino también con todos los temas y problemas del mundo.
—Siempre se ha visto al arte tradicional como una expresión localista, ¿tu exiges una valoración más justa?
—Siempre habrá producción artesanal en las comunidades, eso no está mal. Es más, muchos artistas indígenas que conseguido un espacio vienen precisamente de tradiciones artesanales familiares. Esa es nuestra primera escuela de arte. Pero nosotros no queremos quedarnos allí, lo que nosotros buscamos es ampliar el concepto de contemporaneidad. Cuando se habla de lo contemporáneo, muchas sociedades quedan fuera de lo contemporáneo, la indígena, por ejemplo. Por qué contemporáneo solo puede ser lo que se hace en la ciudad, por qué no puede ser contemporáneo lo que se hace en la comunidad. Por qué no puede ser contemporáneo una obra literaria escrita en asháninca o uitoto, por ahí también puede venir la vanguardia.
—¿El arte indígena contemporáneo hacia dónde caminará?
—Yo creo que en los próximo años no solo vamos a ver a artistas indígenas pintando sus mitos sino vamos a ver a artistas indígenas realizando, como se conoce hoy, obras activistas. El lienzo, sin dejar de ser arte, va a ser espacio de pedidos y demandas que el mundo indígena exige.
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—Me pregunto sin un día tu arte va a filtrar todas esas demandas...
—Yo ya comencé a incorporar esa preocupación en mi obra. Tengo una pintura que se llama “Reflexiones con el abuelo tabaco”, que es una obra activista, en donde escribo en el cuadro varias frases que han sido utilizadas por muchos investigadores cuando han llegado a nuestras comunidades. Por ejemplo, “Vamos a hacer que tu cultura sea conocida en el mundo”, un discurso que siempre han dicho. En este mismo cuadro hay un espíritu que escribe: “Este no es un homenaje, esto es apropiación” o “Esto es robo, no apropiación”. Yo creo que el lienzo se va convertir, sin dejar de ser obra estética, un espacio de lucha para hablar de esos temas que a nosotros nos ha afectado durante mucho tiempo. A mí lo que me provoca ese lienzo es hacer una denuncia pública de cómo se han ido apropiando de nuestros conocimientos a partir de justificaciones como homenajes o “inspiraciones” cuando en realidad es un robo. Yo he tenido reuniones con algunos artistas indígenas para ver cómo afrontamos esto, porque el indígena siempre es el que pierde. Se le ha despojado de su territorio, de su río y ahora también de su conocimiento.
—¿Hay resistencia para llevar el arte indígena a las galerías?
—Hay una resistencia más en Lima que en el extranjero. Afuera hay una tendencia positiva, abierta, a los creadores indígenas y no solo en pintura sino en todas las disciplinas del arte indígena contemporáneo. En Lima, si bien es cierto ha habido un avance con el arte amazónico y el arte amazónico ha sido muy generoso con los artistas indígenas-, yo sí sigo creyendo que hay una resistencia de los curadores, de los espacios culturales, museos, para mostrar al artista indígena en muestras individuales. Siempre se los ha reagrupado. Otro tema es que no tenemos quien nos presente, excepto Santiago, mi papá, que una galería lo representa, pero no hay otra galería peruana que trabaje con un artista indígena. Por un lado, hay aceptación, avances, pero por otro la cosa se resiste. El sistema del arte peruano, limeño, se resiste todavía a las creaciones de los artistas indígenas.
—¿Los artistas indígenas se plantean el problema del mercado?
—Por supuesto. En este momento se habla poco, pero la mayoría de artistas indígenas, jóvenes que ingresan al mercado, comienzan a cuestionarse sí hay o no hay un comercio justo, no con las obras de ellos sino con las obras de los artistas mayores, los abuelos. Yo sí considero que no hay un comercio justo con las obras de los artistas mayores, a excepción de uno o dos. Esa es otra lucha que tenemos que hacer.
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—El extractivismo destruye el bosque, ¿qué le quedará a los artistas indígenas?
—En el mundo indígena hay dos territorios. Hay un territorio que es físico, geográfico y está el otro territorio, el de los espíritus, el inmaterial que, como el territorio físico, está poblado de seres, todo una flora y fauna invisible que el indígena conoce. Si el territorio físico desapareciera, automáticamente el otro territorio también desaparecería. El indígena estaría condenado a la extinción.