La insatisfacción con la democracia en el Perú es la más alta del continente, según el Latinobarómetro 2024, información que se acaba de conocer. No podía ser de otra manera. Empecemos por el debate de si en el país vivimos una verdadera democracia, pregunta que ya ha sido respondida por los entendidos, quienes sostienen que Perú es un régimen híbrido en el que se han perdido la mayoría de condiciones básicas para constituirnos en una democracia.
La separación de poderes se ha perdido, por ejemplo. La última incursión del Congreso con su reforma exprés del sistema de justicia y la respuesta firme del Poder Judicial muestra el grado de intervención de un poder sobre otro y la lucha interna en la propia organización estatal para mantener los espacios democráticos vigentes.
Ese poder desmedido del Congreso ha sido posible por la ausencia de Ejecutivo, que está secuestrado por una mayoría congresal que cogobierna e impone todo tipo de normas cuya única finalidad es garantizar el logro de sus intereses particulares, sean estos de corte económico o político.
La última revelación sobre la presunta existencia de una red de prostitución en el Congreso, dirigida por un personaje vinculado a un partido que es socio político de la presidenta Boluarte, ya nos coloca en otro nivel que nada tiene de democrático y sí podría ser el resultado de la penetración del crimen organizado, con todo su bagaje de negocios ilícitos, que van desde la trata de personas hasta la minería ilegal, entre otros.
¿Cómo no va a crecer la insatisfacción con la democracia si se están pisoteando todos los valores ciudadanos de una manera tan obvia y perversa? Es evidente que el Latinobarómetro recoge este clima de desconfianza, hostigamiento, criminalidad desatada y podredumbre moral, que parece estar constituyéndose en el hábitat de los peruanos.
Nuestra capacidad de asombro ha demostrado no tener límites este 2024. Se abre el 2025 con más interrogantes que certezas, pero con la fe puesta en que sabremos recuperar la legalidad y la vigencia de todos los derechos y libertades que solo la democracia nos garantiza.