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Política

Gustavo Gutiérrez, un peruano profundamente universal

“Te agradezco por cuanto has contribuido a la iglesia y a la humanidad”. Con estas palabras, el papa Francisco reconoció los aportes “a la médula” de la Iglesia del teólogo y pensador peruano Gustavo Gutiérrez Merino, quien falleció en el atardecer del martes 22 de octubre. La República realiza este homenaje al intelectual peruano considerado por muchos como el más importante del siglo XX. 

Gustavo con su obra más importante entre manos: Teología de la Liberación. Perspectivas (1971)
Gustavo con su obra más importante entre manos: Teología de la Liberación. Perspectivas (1971) | Fuente: IBC

“El día de hoy hemos celebrado la fiesta de San Juan Pablo II. En este día, en que celebramos también nuestro camino con el Señor de los Milagros, hemos tenido el dolor y la alegría de haber vivido con el padre Gustavo Gutiérrez, que ahora vive en el Reino del Padre”.

De esta manera, a través de su meditación nocturna publicada en el canal oficial del Arzobispado de Lima, se pronunció el flamante cardenal peruano, el actual arzobispo de la ciudad capitalina y primado del Perú, monseñor Carlos Castillo Mattasoglio, sobre el reciente fallecimiento del reconocido teólogo, filósofo y notable pensador peruano.

Gustavo, como le gustaba que lo llamaran, de tú a tú, es hoy reconocido por las principales autoridades eclesiales como un pastor fiel a su Iglesia y a la fe cristiana. Pero no siempre fue así.

“Este sacerdote peruano acompañó a la Iglesia durante toda su vida. Ha muerto sirviendo a toda la Iglesia y siéndole fiel en todo momento, sobre todo en los momentos más difíciles, recordándonos siempre que el verdadero pastor debe cuidar de sus ovejas y, especialmente, de los pobres. Él acuñó la frase ‘opción preferencial por los pobres’ (OPP), la cual se integró al magisterio de la Iglesia para vivir nuestra fe”.

Amistades históricas

Gutiérrez fue un gran amigo del escritor del indigenismo peruano, Jose María Arguedas desde 1968. Tras leer Todas las sangres, Gutiérrez afirmó encontrar en ella una fuente para la reflexión teológica.

En la novela póstuma El zorro de arriba y el zorro de abajo, Arguedas confiesa que el Dios del cual habla en sus obras “es el Dios que predican los teólogos de la liberación”.

Gutiérrez escribió el ensayo Entre las calandrias sobre la misma obra, afirmando que la realidad descrita por Arguedas fue la principal fuente para escribir Teología de la liberación. Perspectivas.

Obra y "la pasión en vida"

La reflexión anterior es fundamental porque habla de la dura batalla que dio el presbítero desde el trabajo pastoral y teológico durante casi toda su vida. Teología de la liberación. Perspectivas, obra cumbre editada y publicada por primera vez el 31 de diciembre de 1971 por el Centro de Estudios y Publicaciones, fue la gran causante de profundas controversias con la jerarquía eclesial durante esos años y los posteriores.

“En años muy difíciles, como los 60, 70, 80 y 90, el padre Gutiérrez diseñó una reflexión de fe fiel a la Iglesia, capaz de darnos aliento y ánimo para que encontráramos en nuestra vida una actitud pastoral que se encargara de apacentar a las ovejas, como decía el papa Juan Pablo II. Fue el mismo JP II quien reconoció que ‘la OPP no es exclusiva ni excluyente, pero es firme e irrevocable’. Así lo dijo en Santo Domingo hace varias décadas. Hoy, el papa Francisco nos muestra que ese camino es prometedor porque es el Evangelio el primero que contiene esa opción”, relata Castillo.

Dichas dificultades estuvieron marcadas por la persecución y hostigamiento en su contra, liderados por los sectores más conservadores de la Iglesia católica. Durante décadas, algunos altos jerarcas católicos lo acusaron de introducir materias ajenas a la doctrina católica.

Silvia Cáceres, directora del Instituto Bartolomé de las Casas, entidad fundada por Gutiérrez, detalla estas dinámicas.

“La obra fundacional de Gutiérrez fue, en los años 80, sometida a un minucioso análisis crítico por el cardenal Ratzinger, luego papa Benedicto XVI. La experiencia traumática del llamado ‘socialismo real’, bajo la órbita soviética, había dejado honda huella en el papado (en ese entonces, del pontífice polaco Juan Pablo II). Gutiérrez sostuvo intensas y alturadas discusiones con el cardenal Ratzinger y, finalmente, manteniendo su fidelidad al magisterio de la Iglesia y a su propia conciencia, rehizo el último acápite del capítulo doce de su Teología de la liberación: perspectivas, que de llamarse ‘Fraternidad cristiana y lucha de clases’ pasó a llamarse ‘Fe y conflicto social’, y profundizó en su reconocimiento de los ‘varios tipos de oposiciones entre personas, grupos humanos, clases sociales, razas, naciones’”.

Incidir en esta parte de su vida, de larga duración, es fundamental para reconocer las virtudes extraordinarias del posteriormente fray dominico Gutiérrez quien, desde la humildad y la actualización constante, no cesó en introducir la perspectiva de “los descartados y excluidos por la sociedad” como un aspecto central en el pensamiento teológico, pero también del análisis social, económico y político de las ciencias sociales universales.

“Él me comentaba que había vivido tiempos difíciles, y yo soy muy consciente de ello, pero que estaba siempre en paz y con mucha esperanza. (Cuando lo vi) le puse mi cruz pectoral en su pecho, y no lo hice como un privilegio, sino más bien como una expresión de lo que él, por fidelidad a la Iglesia, sufrió por dentro. Para mí, en muchos momentos de mi vida, especialmente en la Conferencia de Aparecida, en Brasil en 2007, él fue un interlocutor muy humilde y muy sencillo. Él decidió no ir para no crear controversias innecesarias. Yo siempre le consultaba como asesor y hermano en el campo de la Teología. Sin embargo, las palabras del papa Benedicto XVI, en su discurso de apertura, marcaron un hito muy importante: que la opción preferencial por los pobres está implícita en la fe cristológica. Con estas sabias y sencillas palabras del papa (de aquel entonces), también un gran teólogo, se cerró para siempre una herida que teníamos abierta en la Iglesia de América Latina y, de manera especial, en el padre Gustavo Gutiérrez”, contó el cardenal Barreto.

Empero, fue en 2006 cuando se dio oficialmente por concluido el proceso canónico de revisión de la obra teológica del padre Gutiérrez, el cual empezó en 1984. La propia Congregación para la Doctrina de la Fe concluyó no haber encontrado “objeción teológico-pastoral alguna”, con lo cual dio por finalizada la “clarificación de puntos problemáticos en algunas obras de Gutiérrez”.

Su labor fue ampliamente reconocida a nivel internacional. Entre los honores más destacados se encuentran el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades (2003) y el Premio Nacional de Cultura (2012). Asimismo, Gutiérrez fue nombrado Caballero de la Orden Nacional de la Legión de Honor por el gobierno francés, destacando su influencia no solo en América Latina, sino en el ámbito global. Fue miembro de la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias y recibió las Palmas Magisteriales en 2018. Fue miembro de la Academia Peruana de la Lengua y recibió más de 30 doctorados honoris causa alrededor del mundo.

“Hoy agradecemos la vida de un sacerdote teólogo fiel, que nunca pensó en el dinero ni en los lujos ni en nada que se pareciera a creerse superior. Supo, con su pequeñez, enseñarnos a anunciar el Evangelio con fuerza y con ánimo, como lo hizo Juan Pablo II”, meditó por su parte el cardenal Castillo.

“A través de su teología, Gutiérrez ha suscitado transformaciones personales y sociales, y ha ayudado a madurar la fe de muchos, permitiéndoles entender que esta no puede vivirse de espaldas al mundo y a los problemas que lo aquejan. Tal vez el mayor reconocimiento a su aporte lo hizo el propio papa Francisco. En una carta enviada al teólogo peruano en 2018, cuando cumplió noventa años, el pontífice le dice: ‘Te agradezco por cuanto has contribuido a la Iglesia y a la humanidad, a través de tu servicio teológico y tu opción preferencial por los pobres y los descartados de la sociedad.

Gracias por todos tus esfuerzos y por tu forma de interpelar la conciencia de cada uno, para que nadie quede indiferente ante el drama de la pobreza y la exclusión’, dijo el papa. Desde La República, nos unimos a este agradecimiento nacional, que es también de la humanidad. Descanse en paz, don Gustavo Gutiérrez Merino.

"¿Qué significa Gustavo Gutiérrez para el Perú y el mundo?"

Cardenal Pedro Barreto, Presidente de la Conferencia Eclesial de la Amazonía

-“Gustavo Gutiérrez vivió la pasión de Cristo en la Iglesia con insultos y negaciones que algunos sectores dentro y fuera de ella también hacían contra él”.

Cardenal Carlos Castillo, Arzobispo de Lima y Primado del Perú

-“Como teólogo llegó a formular de forma sintética y simple un camino de esperanza liberadora de Jesucristo que abre a toda la humanidad a través de los pobres y los pequeños”.

Francisco Sagasti, expresidente constitucional del Perú

-“Sus contribuciones intelectuales fueron muy importantes, y su comportamiento es digno de imitar. Su partida deja un enorme vacío que solo podemos mitigar con la relectura de sus obras”.

Leonardo Boff, Teólogo de la liberación

-“Lo acusaron de hacer una teología marxista (…) El papa Francisco lo recibió en Roma como un gesto de disculpa por los sufrimientos que padeció en vida. Gustavo vivió con claros signos de santidad”.

Silvia Cáceres Frisancho, Directora del Instituto Bartolomé de las Casas

-“Gustavo dio un aporte inmenso a la Iglesia latinoamericana y universal, pero fue mucho más allá: también a la sociedad y al mundo. Puso en el centro a los pobres y excluidos, tal y como enseñó Jesús”.