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Política

Paul Baudry: No necesitamos ciudadanos de color político sino críticos

Entrevista. El intelectual franco-peruano, ganador del Premio de La Sorbona, presentó en Arequipa La República de las chispas, una historia en clave de ficción sobre los últimos 50 años de vida política del país.

Paul Baudry.  Nació en St. Germain-en-Laye, Francia,  en 1986. Es un investigador dedicado a la cátedra universitaria.
Paul Baudry. Nació en St. Germain-en-Laye, Francia, en 1986. Es un investigador dedicado a la cátedra universitaria.

Amagos de luz o ilusiones que chispean pero se apagan. Es el carácter de nuestra república, me dice Paul Baudry cuando le pregunto sobre el nombre de su libro, La República de las chispas, ficción que cuenta la historia del Perú de los últimos 50 años.

El autor franco-peruano radicado en París, visitó Arequipa, la ciudad de raíces maternas. Fue un encuentro con los afectos y los imprevistos. Su vuelo de regreso a Lima sufrió un retraso, “un loco bomba” amenazaba detonar un artefacto en un avión. Por supuesto, el kamikaze de vuelo era un fanfarrón.

La República de las chispas arranca con el gobierno revolucionario de Juan Velasco Alvarado que expropia los yacimientos de la Brea y Pariñas. Cierra con el Bicentenario, periodo del fallido PPK.

Es una perogrullada decir que la política peruana aporta material extraordinario para la literatura. Por eso, algunos capítulos Baudry los narra con humor. “Somos una cultura de El especial del humor, de Risas y Salsa y Trampolín a la Fama. Lo común entre todos es el humor, ante, a veces, la desesperación y la impotencia” me dice el autor.

¿Cuáles son las influencias que tienes para llevar el humor a la ficción?

(…)Tenemos grandes escritores que usan el humor, en el canon peruano, Bryce Echenique por ejemplo. No hay una lectura específica porque el humor es más oral que escrito. Ahora que me reunía con mis tíos en Arequipa había bromas. Siempre bebí de eso, la rapidez de los chistes, saber voltear cualquier cosa con humor. Hay que tener una rapidez criolla para sobrevivir y muy peruana en el fondo.

El Perú es un país de chispazos. Varios pasajes del libro ilustran ello. El final del fujimorismo tras la marcha de los Cuatro Suyos. El primer Toledo, un chispazo, se convirtió en una esperanza y hoy es una farsa. El primer Humala despertó ilusión y Pedro Pablo Kuczynski también, luego cavaría su tumba con el indulto a Alberto Fujimori, me recuerda Baudry.

“La novela trabaja con esos momentos de ilusión y de decepción. Es un formato que hace un homenaje indirecto a Julio Ramón Ribeyro. Los títulos del escritor tienen esa ilusión y también ruptura, por ejemplo: “La tentación del fracaso”, “La palabra del mudo” o “El profesor suplente”.

La política peruana de los últimos veinte años es vertiginosa pero chata, vuela bajo, carece de perspectiva, me dice Baudry sobre el carácter casi judicial de este quehacer.

“Los destapes ocurren uno tras otro. Todo es perseguir, la última fechoría, entender el último entramado, si lo va a meter a la cárcel, qué hizo y por qué” explica. Para no caer en esa monotonía eligió un arco de 50 años.

Para un creador de historias la política peruana es materia prima extraordinaria. Pero, ¿Cómo ciudadano qué sensación tienes?

La gente está sepultada bajo hechos intrascendentes. Los medios están pegados a los hechos, pero nunca hay un documental que tome un poco más de distancia, que sirva para esclarecer las cosas. En Europa, estamos con los incendios. (La cobertura es) se quemaron tantas hectáreas, fueron tantos bomberos, un par de entrevistas. Eso es lo factual. ¿Quién documenta sobre los pirómanos? ¿Quiénes son, cuál es su perfil y cuáles son las razones psicológicas profundas? Hay incendios por el calentamiento global. ¿Qué estamos haciendo desde el último tratado firmado hace dos años? La realidad permite bifurcar hacia otras miradas. Son miradas de distancia, de oxígeno. La realidad de los políticos es aún más chata.

¿La mirada sobre los protagonistas de la escena política qué te generan?

El problema no es el gobierno de turno. En algún momento se irá y vendrá otra cosa semiparecida. El tema no es quién está ahora en el escenario, sino quién escribe esa obra, ¿se puede escribir de otra manera? Por eso me parece poco atendible o comentable la figura del presidente actual, el anterior o el siguiente. Desde la literatura, la reflexión no está ahí tampoco.

Pero sí para satirizarlos o utilizarlos como materia prima en tu literatura.

También nos deja figuras como Velasco que nos permiten alumbrar. El fuego alumbra y también ennegrece. Da vida, pero mata. Velasco es una suerte de espantapájaros y de estatua. Para unos es la adoración sin crítica. Y, por otro lado, está el cuco, la bestia negra. No valido ni lo uno ni lo otro. En la novela, cada personaje mira la historia desde su punto de vista. La protagonista Roxana Chamorro tiene una tía que se llama Marian, que es francesa, que tiene un discurso de izquierda que le va metiendo en la mente a la niña. Ella está pensando eso y proyecta eso en la realidad (…) No necesitamos ciudadanos de un solo color político, sino ciudadanos críticos. Decir: este señor (Velasco) cambió el Perú. El documental La Revolución y la Tierra debería proyectarse en todos los cines. Cuando uno lo ve entiende dónde estamos ahora.

Hay otra visión, de que Velasco destruyó la economía, la agricultura con la reforma agraria.

Pero se pasó a un Perú “más real”. Antes era una élite desconectada de la realidad. Pasó de ni siquiera estar afuera del teatro a estar en el escenario. Ahora, que rompiera el escenario, ese es otro tema. Pero, el teatro es de todos. Esa noción “de todos” es lo que introdujo Velasco. El sociólogo Mattos Mar habla de desborde popular. Ese mestizaje cultural que vemos en Lima y que se multiplicó es también una consecuencia de ese desembalse. La política calza más con el Perú real. Los políticos representan para mal gran parte del Perú real.

La clase política es el reflejo de lo que hay. Y la gente se desentiende de lo que elige, no se reconocen mucho.

Has llevado la entrevista más para lo político.

Pero tu libro es político.

Sí, es un libro sobre política, sobre historia. Hay una forma de resignación. El Perú funciona independientemente de lo que pase en Palacio. Hay ciertas decisiones que afectan, pero la gente sigue su vida porque tiene 20, 30, 40, 50 años de resistencia. Un psicólogo si pudiera caracterizar el alma peruana, diría: el peruano es creativo, recursero, resiliente, emprendedor. Esas características son consecuencia de haber sobrevivido a un millón de cosas. Emprendedor es una persona que intenta sobrevivir recurseándose como puede en un mercado laboral que casi no tiene reglas o son malas. Al Estado y política le conviene decir: “qué bien los emprendedores, siempre nos las arreglamos”. Bueno fuera que dejáramos de arreglárnoslas, que tuviéramos un poco de estructura para dejar de estar siempre, como dicen los mexicanos, del tingo al tango.

El psicólogo Jorge Bruce sostiene que las calles no se movilizaban para sacar a Castillo porque se sienten identificados con él, las mismas conductas dolosas.

Hay una identificación negativa. Uno no solo se identifica con modelos probos. Te identificas con un afecto negativo, por ejemplo, la envidia. Si alguien mete la mano en el bolsillo público, ¿porqué no lo voy a hacer yo? En un dominical, la presentadora dijo: “Castillo está subiendo, pero no sabemos por qué”. Esa frase debe ser el programa. ¿Han entrevistado a alguien de ese núcleo (de Castillo) por qué piensan así?¿Ese es el trabajo de la prensa idealmente? En el Perú, eso casi no existe. Lo que se usa es el hecho como arma arrojadiza. El tema de los pasadores (de Castillo) no es el tema, es lo que revela a una escala mucho más profunda. (Luego la entrevista encalla en una polémica, ¿se puede equiparar la amarrada de pasadores de Castillo, con la indiferencia del Rey Felipe VI ante la espada de Bolívar? ambos son simbolismos, dice el entrevistador. En cambio, el entrevistado sí le da mayor trascendencia al desplante del monarca)

Decías, somos más de gestos, de símbolos, que de ideas.

Una cosa no va peleada con la otra. El problema es cuando el gesto no tiene sustancia. Toda la política juega con lo simbólico, está ligado desde que el humano es humano.

Lo simbólico es el traje.

El problema no es que los políticos usen los símbolos porque es propio de la política, es movilizar símbolos para moverse en un campo de poder y obtener ciertas cosas. Pero, dentro de todo eso no hay ideas. Es casi un pote vacío. ¿Significa que no hay ideas en general? No. Hay una conciencia ciudadana cada vez más consolidada. Hay asociaciones civiles, movilizaciones de jóvenes, no se puede decir que todo está parado. El problema es en manos de quién está el poder circunstancial. Hoy es este y mañana será otro.

El problema es quién elige

El problema es la educación y la formación

Lo que tienes en el Perú es una clase política absolutamente conservadora

Así es. En francés dicen: los perros no dan a luz gatos. Cada raza reproduce lo que es. Hay una izquierda ultraconservadora y una derecha ultraconservadora, el centro es muy débil, y el liberalismo en un sentido amplio casi no hay. No es exactamente la izquierda la que está en el poder, es el conservadurismo, que tiene un color ahora, un nombre, mañana tendrá otro nombre.

¿El mundo está yendo al conservadurismo?

El mundo occidental, es una parte del mundo. América Latina actualmente está tendiendo un poco más hacia la izquierda. Cuando empezó la guerra con Ucrania, hubo unas semanas que estuvimos en Francia, en Europa, en un terreno muy delicado en la relación con Rusia. No se sabía si Putin nos iba a eliminar de un bombazo. Cosas que parecían ya lejanas, acabadas, estaba ahí. Lo que sí noto para contrarrestarlo con el Perú es que las preocupaciones del Perú es lo que decía de las ideas. Todo es lo último que pasó ayer. La pandemia tiene una causa ligada a la huella humana en el planeta. Ese es el tema. Esa es la perspectiva que falta.

Editor regional del diario La República, edición sur. Licenciado en Periodismo de la Universidad Católica de Santa María de Arequipa. Trabaja para La República desde el 2003. Ha publicado libros sobre perfiles políticos regionales y literatura.