Gestora Cultural con más de diez años de experiencia en el diseño y ejecución de proyectos sociales, políticos y culturales en el sector público y privado. Con experiencia en docencia cultural e investigación. Actualmente, miembro del Consejo Directivo de la Asociación Civil Transparencia. Reside en Cajamarca

Perú: machista e independiente, por Cynthia Cienfuegos

Actualmente, hay un contexto adverso para las mujeres peruanas, y se viven tiempos de retrocesos en materia de derechos humanos.

Los resultados de la Encuesta Nacional sobre Relaciones Sociales – ENARES 2024, presentado en el mes de julio por el Instituto Nacional de Estadística e Informática, son contundentes: en el Perú no sólo persisten las violencias contra la mujeres, niñas y adolescentes, sino también se toleran, se justifican y se normalizan. El país llega a sus 204 años de independencia con un 56.5% de hombres, mayores de 18 años, que justifica la violación sexual contra las mujeres; con un 80.8% de hombres que toleran algún tipo de violencia contra la mujer; y con un 89.4% de hombres que aprueban creencias sexistas, es decir defienden y reproducen estereotipos machistas.

Esto reafirma que el problema es estructural y cultural, y nos confronta con una realidad que sigue siendo invisible: la violencia contra la mujer es un problema público que persiste y se perpetúa en los entornos cotidianos, domésticos y comunitarios. Son en los núcleos sociales más pequeños donde las burlas, el acoso, los celos, las cachetadas, los puñetazos, las patadas y empujones que ejercen los hombres sobre las mujeres se aceptan y se reproducen como formas de control, transmitiéndose de generación en generación.

A ello se suma la falta de información y el desconocimiento. Hasta la fecha, pese a los avances en materia legislativa, a la exposición de información en redes sociales, y a los servicios especializados como los Centros de Emergencia Mujer (CEM), desplegados en todo el territorio nacional, aún hay mujeres y hombres que no cuentan con información para reconocer e identificar situaciones de violencia dentro su entorno, y tampoco con herramientas para prevenirlas. Los resultados de la ENARES nos dicen que el diseño de políticas públicas, así como de estrategias y mecanismos institucionales, en todos los niveles de gobierno, debe apuntar a la concienciación social sobre las violencias basadas en género. Sólo se puede erradicar el problema si este se reconoce como tal por la población, y en eso no se está avanzando mucho.

Esta realidad también sirve para cuestionar de qué manera las instituciones públicas, los gobiernos locales y regionales han desplegado acciones diferenciadas y descentralizadas para enfrentar las situaciones de violencia en sus propios territorios, tomando en cuenta sus dinámicas sociales, el sistema de creencias, los estereotipos arraigados en las tradiciones, costumbres y formas de vida.

¿Qué hacemos entonces con las cifras? Actualmente, hay un contexto adverso para las mujeres peruanas, y se viven tiempos de retrocesos en materia de derechos humanos. La violencia también se normaliza en las más altas esferas de poder, y es fortalecida con un silencio social devastador. Los resultados de la ENARES debieran animarnos a evaluar medidas anteriores; ajustar, repensar y rediseñar estrategias que permitan generar verdaderos cambios de comportamiento y remover códigos culturales, desde las bases locales.

Cynthia Cienfuegos

Modo Norte

Gestora Cultural con más de diez años de experiencia en el diseño y ejecución de proyectos sociales, políticos y culturales en el sector público y privado. Con experiencia en docencia cultural e investigación. Actualmente, miembro del Consejo Directivo de la Asociación Civil Transparencia. Reside en Cajamarca