#8M: la lucha que debe continuar

Esta fecha no es una simple conmemoración; es un llamado urgente a proteger los avances logrados y a rechazar cualquier intento de retroceso.

Cada 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer invita a reflexionar a la sociedad sobre los avances y desafíos existentes en la lucha por la equidad de género.

En el Perú, lejos de consolidar los logros obtenidos con décadas de lucha, las peruanas se enfrentan a la arremetida de sectores conservadores que buscan revertir derechos conquistados tras muchas luchas y sacrificio.

El panorama es alarmante. Según datos de la Defensoría del Pueblo, solo en el mes de enero del 2025, se han registrado 17 casos de feminicidio, además de haberse reportado más de 500 denuncias por este tipo de violencia.

A pesar de este panorama desolador, existen partidos políticos que buscan eliminar -de manera ideologizada e ignorando la evidencia- el delito de feminicidio para equipararlo con cualquier otro tipo de homicidio por discriminar a los hombres.

El partido que lidera la marcha antiderecho Con mis hijos no te metas, Renovación Popular, plantea, a través de la congresista Milagros Jáuregui, la reducción de la pena de cadena perpetua a 20 años.

Ese partido ha decidido ignorar que de acuerdo con datos del MIMP, aproximadamente el 70% de las víctimas de feminicidio en el Perú han sido asesinadas por sus propias parejas o exparejas.

No resulta sorpresivo, entonces, que la misma parlamentaria haya presentado el proyecto de ley que propone la eliminación del ministerio que, a pesar del ataque ultraconservador, tiene el mandato legal de proteger a la mujer.

Frente a este panorama, la coalición gobernante de carácter ultraconservador han encontrado en el retroceso de derechos una estrategia política. La narrativa que busca deslegitimar las luchas feministas no es casual, es un intento deliberado de mantener estructuras de poder desiguales.

La República se une a las voces de resistencia de los sectores feministas que afirman, con razón, que la equidad de género no es un favor ni una concesión; es un derecho. Y cada intento de socavarlo debe ser enfrentado con la misma fuerza con la que tantas mujeres han luchado a lo largo de la historia.

Hoy, más que nunca, el 8M debe recordarnos que la lucha no ha terminado y que el futuro de millones de mujeres y niñas depende de la capacidad de resistencia.