Robar la comida de niños anémicos

El martes 28 de enero el abogado del entonces ministro Julio Demartini declaró a la prensa que su cliente había solicitado medidas de seguridad al ministerio del interior. “Hemos pedido el apoyo del Ministerio del Interior porque se puede interpretar de mil maneras el “darle vuelta” o “quererlo tumbar” dijo el abogado Juan Peña, para luego añadir: “no, no tiene ninguna posibilidad de renunciar, por lo menos por ahora, él esta enfocado en su gestión”.

El pedido era por decir lo menos, extraño. En primer lugar, porque en la conversación que preocupaba a su defensa se escuchaba usar esas amenazantes frases a un allegado a los hermanos Boluarte, que aparece en una serie de fotografías en actos públicos bastante cerca de Dina y Nicanor, mientras su interlocutor, el “suicidado a puñaladas múltiples”, Nilo Burga lo grababa en secreto. ¿Qué interpretó el ministro y su defensa? ¿Qué su vida corría el mismo peligro que Burga, el denunciado fabricante de conservas para el programa Qali Warma? ¿Quién lo iba a matar si el amigo de la presidenta, Carlos Guillen, decía hablar en nombre de ella?

Lo segundo tampoco es menor. Un ministro de Estado tiene una dotación de personal de seguridad ya bastante generosa como para repeler un ataque delincuencial. ¿Qué era lo extra que podía necesitar? ¿Mas personal? O, en una hipótesis más realista, ¿el estrambótico pedido de su abogado no era mas que una forma de mandarle un mensaje a su jefa? Pedir un “apoyo” a tu mismo colega de gabinete para que te defienda de las malas artes de tu jefa es un disparate, salvo que lo que quieras es dejar muy en claro que sabes lo que sabes y que estas apuntando con el dedo en la dirección en la que hay que mirar si te pasa algo.

“No tiene ninguna posibilidad de renunciar” es también un mensaje que debe haber caído mal en las alturas y en ellas se jugó su suerte. La presidenta expectoró al único sobreviviente del primer gabinete, su propio viceministro en su gestión en el MIDIS, un viernes de verano después de las 10 pm, tarde en la noche, como para que la audiencia fuera cuasi nula, pero, el apuro, inocultable.

La urgencia se juntó, otra vez, con el ridículo que la presidenta Boluarte hizo pasar al señor que hace de presidente del consejo de ministros. Horas antes, el mismo día, dijo Gustavo Adrianzén a los medios: “De momento no tengo que anunciar cambios ministeriales” y añadió que los “ministros gozan de la confianza de Dina Boluarte”. A la mañana siguiente contó en RPP (era demasiado evidente la contradicción) que los cambios ya se habían decidido “el martes pasado”, aunque se venían conversando desde hace dos semanas y que no había podido contarlo a la prensa. Sin embargo, más bien parece que la noche del viernes alguien le recordó la Constitución. La presidenta no puede cambiar ministros sin propuesta del presidente del consejo de ministros y sin acuerdo con él. Decir que “la decisión final es de la presidenta” como dijo el viernes es renunciar a las atribuciones que la Constitución obliga a ejercer.

El caso Qali Warma tiene ya todos los ingredientes de un gran caso de corrupción que apunta a palacio de gobierno. En primer lugar, porque Dina Boluarte fue ministra del MIDIS desde que empezó el gobierno de Castillo a excepción de sus últimos 15 días. Luego, colocó de ministro a su propio viceministro y no lo removió hasta el viernes. No hay forma de culpar a la alta rotación de gestiones si en tres años y medio es la misma. No hay “gestión anterior” a la cual mirar. En segundo lugar, porque altos funcionarios del MIDIS permanecen en altos puestos gubernamentales. Freddy Hinojosa, Morgan Quero y Julio de Martini son (¿o eran?) de absoluta confianza de la presidenta. Al ser los mismos, aunque en otras sillas, su responsabilidad solo se acrecienta. En tercer lugar, porque el fondo de la estafa esta acreditada. El Programa Qali Warma, incluso hasta fecha tan cercana como octubre pasado, cuando Punto Final de Latina expusó el caso, repartió conservas que decían ser de carne de res y eran de carne de caballo hasta en un 60%. Sobre ese punto no hay duda alguna. Plantas y producciones enteras que recibieron certificaciones fraguadas con la complicidad de toda la cadena de funcionarios.

Hasta hoy, lo único que hemos visto es encubrimiento. El Ejecutivo ha sido crucial para observar la ley para restituir la detención preliminar y dilatar la captura de los involucrados. Demartini sale cuando ya se dictaron, esta semana, los mandatos para levantar el secreto bancario y el secreto de las comunicaciones de 13 involucrados, lo que, no cabe duda, algo de información relevante debe traer, como para dejar caer al ministro solo. Cabe recordar que la presidenta tiene un inexplicable incremento patrimonial durante sus años de ministra que está pendiente de investigación.

¿Quién reemplaza a Julio Demartini? La ex ministra de cultura Leslie Urteaga, que salió y regresó sin explicación alguna. Su gestión como ministra estuvo llena de señales de alerta. Las suficientes como para no ser extrañada. Si regresa es porque es de confianza del circulo intimo que hoy rodea a la presidenta. Será funcional a la estrategia de pirotecnia que ensaya Adrianzen inventándose un tema para la tribuna bullanguera: ahora resulta que propone fusionar el ministerio de la mujer y el MIDIS.

Era muy escandaloso hacer sólo un cambio ministerial urgente y se usaron dos más. El del ministerio de la mujer, que resulta en cambiar de irrelevancia y el fundamental ministerio de economía, cuyo ministro logró algo insólito en su cargo: no era querido por nadie, salvo por el congreso, al que jamás le puso un limite a su despilfarro. Su salida era urgente, pero había salidas mucho más urgentes: Santibáñez y Quero, solo por mencionar a los peores ministros que son la chochera presidencial.

Al final, quedan los millones de niños que no reciben la proteína de primera calidad a la que tienen derecho. Casi la mitad de la infancia peruana es anémica y a ellos se les roba. La carne equina no mata, pero tampoco nutre. Pero si a eso se añade el reparto de productos tóxicos, como sucedió con los niños de Puno, el crimen, aunque parecía increíble, escala nuevas cumbres.

Rosa María Palacios

Contracandela

Nació en Lima el 29 de Agosto de 1963. Obtuvo su título de Abogada en laPUCP. Es Master en Jurisprudencia Comparada por laUniversidad de Texasen Austin. También ha seguido cursos en la Facultad de Humanidades, Lengua y Literatura de laPUCP. Einsenhower Fellowship y Premio Jerusalem en el 2001. Trabajó como abogada de 1990 a 1999 realizando su especialización en políticas públicas y reforma del Estado siendo consultora delBIDy delGrupo Apoyoentre otros encargos. Desde 1999 se dedica al periodismo. Ha trabajado enradio, canales de cable, ytelevisiónde señal abierta en diversos programas de corte político. Ha sido columnista semanal en varios diarios.