Las elecciones que se vienen este 5 de noviembre en EEUU, con Trump como protagonista en la campaña, han convertido a la democracia más sólida del mundo en un pantanal de mentiras e insultos al más puro estilo de las campañas de supatio trasero, que seguimos siendo nosotros. El republicano se ha encargado de que ahora, prácticamente, seamos lo mismo. El señor Donald Trump, como los fujimoristas, López Aliaga o Castillo en su momento, o Antauro o Maduro, en el otro extremo, traza la línea entre el bien y el mal. El mal, por supuesto, es todo aquello que no se le arrime, que no le haga la comparsa o que lo cuestione. En esta campaña gringa, para quien traza la línea, todo lo diferente es comunista o el demonio. Hasta los periodistas Jaime Bayly, Andrés Oppenheimer y Jorge Ramos, tresrepresentantes de la prensa latina en este paísahogado también en la polarización están padeciendo lo que padecemos sus colegas del sur. Ahora resulta que estos periodistas son “rojos”. Ahora resulta que les han pagado para que desarmen las falacias de parque del candidato republicano.
Es decir, son “mermeleros”. Bienvenidos a la exasperante tropicalidadtercermundista, colegas, donde el que no cae, resbala, donde quien no sigue la corriente, esinsultado y acusado de conspirar, donde los votantes quieren un dictador a su medida, hasta que deje de ser a su medida y ya no lo puedan sacar del trono. Como nunca, al menos que yo recuerde, Bayly salió, esta semana, en un video en el que se le veía muy compungido debido a los insultos recibidos de parte de la enorme comunidad cubana que lo sigue en Miami. Una comunidad tan republicana que asusta y la cual, según las últimas encuestas, apoya a Trump en un 68% porque cree que Trump va a sacar al castrismo de la Isla y cree que entregándose a él y al conservadurismo del gobernador de La Florida, Ron De Santis, van a diferenciarse del resto de latinos. Bayly ha quedado magullado, no importa que proclame que deplora tanto a Trump como a Maduro, que deplore los autoritarismos o los proyectos de dictadura sea cual sea su origen, Bayly ya es rojo y mermelero.
El combativo Jorge Ramos, de Univisión, le aconsejó que no diga por quién va a votar. Ne siguió el consejo y ahora paga las consecuencias de su atrevimiento. Oppenheimer, por su lado, solo por hacer un exhaustivo fact checking de los discursos de Trump: que no fue un buen presidente, que le echa la culpa de todo a los migrantes cuando al mismo tiempo sabe que los necesita para los trabajos más duros, que alienta y celebra a los golpistas del capitolio, que no reconoce derrotas, lo cual debería ser agradecido por un electorado que quiere informarse, también quedó herido. Luego de sus últimas columnas, el reconocido periodista argentino ya está de parte del “maligno”, de parte del comunismo. No importa que el mismo día escriba otra columna sobre el desastre que está viviendo la dictadura cubana castrista y sus apagones, no importa, Oppenheimer, solo por develar a Trump, ya es “rojo” o “caviar”, como le diríamos por aquí, a un hervor de que empiecen a terruquearlo, acaso lo único que le falta hacer a Trump, aunque ya lo hace, pero con otros términos.
El votante norteamericano republicano tan primitivo como nosotros, tan preso de sus emociones como nosotros, tan urgidos de un pastor que los arree y les solucione todos sus problemas como nosotros, se deja seducir por una personalidad autoritaria, dando por descontado que ese autoritarismo que ahora le gusta nunca va a chocar con sus intereses y derechos, hasta que choca. Allí suele ser demasiado tarde para sacarlo del poder. Tan solo imaginen, peruanos y peruanas, a Antauro, con el poder que le quieren dar a un dictador de supuesta derecha, porque hasta le etiqueta política de Trump está en juegocon sus diatribas, su irrespeto a los tratados internacionales y sus medidas proteccionistas que incluyeron un alta tasa de desempleo
El ex presidente Barak Obama lo describe muy bien: "Donald Trump quiere que creamos que este país está irremediablemente dividido entre nosotros y ellos, entre los supuestos 'verdaderos estadounidenses' que le respaldan y quienes no lo hacen. Está convencido de que mantener a la gente dividida y enfurecida aumenta sus opciones electorales, sin importarle quién salga herido". Aquello me suena demasiado conocido, demasiado familiar. Donald Trump, a punto de instalar el terruqueo en USA.
René Gastelumendi. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.