Armas en el paraíso
Vivo en uno de los lugares más bellos de California. Santa Barbara es conocida por sus hermosas playas y montañas y ese sol envidiable que atrae turistas todo el año. Pero lo que los turistas probablemente ignoran es que este bello paraje es también la sede de dos de las compañías más grandes de fabricantes de armas de EEUU: Raytheon y Lockheed Martin. Sus oficinas quedan escasos minutos de mi casa y de la Universidad de California-Santa Bárbara, donde trabajo. Muchas de esas armas están destinadas a Israel, que usa Palestina como un laboratorio de su necropolítica y con las que hoy está cometiendo el crimen de genocidio.
Desde el 7 de octubre del año pasado, las acciones de estas compañías armamentistas se dispararon en la bolsa de valores de Nueva York. Y no podía ser para menos. La Associated Press reporta que solo desde esa fecha EEUU ha proporcionado a Israel cerca de $ 18,000 millones en apoyo armamentista, sin contar los $ 4,860 millones invertidos en operaciones militares en la región en apoyo a ese país.
En mi universidad las mencionadas compañías organizan eventos periódicamente para atraer como practicantes a los estudiantes de ingeniería, física y otras disciplinas; también otorgan ayuda económica. Alumnos profesores hemos protestado, como lo han hecho muchos otros en todo el país, en rechazo a una educación condicionada a los intereses de la guerra y la industria armamentista. Desgraciadamente, nuestras protestas no han hecho mella en la administración de Biden, que sigue dando carta blanca al proyecto expansionista y genocida de Israel.
¿Democracias fascistas?
Desde el 7 de octubre de 2023 el Estado de Israel ha matado alrededor de 200,000 personas, esto es, cerca del 10 por ciento de población de Gaza, de acuerdo a la revista Lancet. Esta cifra incluye no solo los muertos directos sino aquellos producto del hambre, la desnutrición, enfermedades y epidemias derivadas del bloqueo israelí a la ayuda humanitaria a Gaza, la destrucción y bombardeo de infraestructura sanitaria, y más. Pero Israel no solo ha destruida Gaza, desplazado a millones y matado cientos de miles. También ha matado a la democracia entendida como un sistema político opuesto al fascismo. Si en algún momento esa antinomia tuvo algún sentido, o el mundo vivió de ese mito, el mito ha muerto. Porque, después de este genocidio, cada vez que EEUU —y la Europa igualmente cómplice— invoquen su sentido de superioridad moral por ser “democracias“ el mundo que alguna vez les creyó se reirá a carcajadas. El ordenamiento mundial creado después de la segunda guerra mundial supuestamente para contener el fascismo, ha fracasado. Ahora las democracias no combaten el fascismo y sus políticas genocidas, sino que lo avalan, como demuestra el apoyo no solo de EEUU sino principalmente de Inglaterra y Alemania a Israel. A propósito, Diana Buttu académica palestina residente en Haifa (ciudad hasta 1948 palestina y hoy israelí) ha explicado elocuentemente cómo en Israel conviven democracia y genocidio. En una entrevista con el portal Jadaliyya el 7 de octubre de 2023 dijo: “Si eres judío israelí, las estructuras democráticas funcionan para ti. Y ahora estamos presenciando un genocidio que está siendo aplaudido por esas mismas estructuras democráticas”. No pude evitar pensar en los exaltados congresistas de Estados Unidos aplaudiendo a rabiar todas y cada una de las mentiras de Benjamin Netanyahu en el recinto parlamentario de este país.
El caso para expulsar a Israel de la ONU
En un artículo publicado en The Guardian el pasado 15 de octubre, el periodista Mehdi Hasan ofrece un elocuente alegato para expulsar Israel de la ONU, por haber violado sistemáticamente todas sus reglas y haber hecho caso omiso a sus resoluciones. Vale la pena citarlo extensamente: “El ejército israelí ha bombardeado escuelas, almacenes y campos de refugiados de la ONU en Gaza durante 12 meses consecutivos y ha matado a (…) 228 empleados de la ONU (..)”. Se trata, dice Hasan, citando al Secretario General de la ONU, del “mayor número de nuestro personal muerto en un solo conflicto o desastre natural desde la creación de las Naciones Unidas”. Y prosigue el periodista: “El ejército israelí ahora también está atacando a las fuerzas de paz de la ONU en el sur del Líbano (…)”. Hasan en seguida se pregunta: “¿Cómo está bien todo esto? ¿Cómo es esto aceptable, legal? Quizás la pregunta más importante de todas: ¿cómo se le permite a Israel seguir siendo miembro de la ONU? ¿Por qué aún no ha sido expulsado de una organización a la que está atacando y socavando implacable y desvergonzadamente?”.
Seguidamente Hasan -- que no es ningún “extremista islámico” sino un ex animador de la cadena NBC hasta que le cerraron su programa después del 7 de octubre de 2023 y ahora tiene su propia compañía, Zeteo-- ofrece varios mecanismo de cómo esta expulsión podría concretizarse, que recomiendo encarecidamente leer.
¿Y esto que tiene que ver conmigo?
No tendría que vivir cerca de las oficinas de Raytheon y Lockheed Martin ni pagar impuestos en EEEUU para que me importe el genocidio de palestinos. Me importa por humanidad, porque lo siento muy cerca; porque lo que están haciendo EEUU e Israel nos afecta y nos degrada a todos como humanidad. Porque no es posible que se normalice bombardear hospitales y quemar seres humanos vivos, mutilar niños y encima celebrar estos crímenes como proezas, como lo hacen los soldados israelíes y sus seguidores en Tik-Tok.
Me importa porque soy también peruana y en nuestro país estamos viviendo las consecuencias letales de la arbitrariedad política, de la destrucción del sistema legal y su torcimiento al servicio de la criminalidad en lugar de combatirla, con un enorme costo de vidas y sufrimiento humano.
Y si se quiere, hay más. En la presentación de un libro de Farid Kahhat, en la pasada Feria del libro de Lima de 2023, una de las presentadoras comentó que las armas con las que la policía y el ejército dieron muerte a 50 peruanos con la aquiescencia de Dina Boluarte hace casi dos años procedían de Israel. Por último, el gobierno ha anunciado que el Estado está punto de comprar aviones de guerra de una de las compañías estadounidenses arriba mencionadas, que también sirven para matar palestinos.
El mundo está más conectado de lo que podríamos imaginar. Nuestras indignaciones y nuestras luchas por una humanidad sin guerras, sin genocidios y sin terruqueo debería también estarlo.
Historiadora y profesora principal en la Univ. de California, Santa Bárbara. Doctora en Historia por la Universidad del Estado de Nueva York, con estancia posdoctoral en la Univ. de Yale. Ha sido profesora invitada en la Escuela de Altos Estudios de París y profesora asociada en la UNSCH, Ayacucho. Autora de La república plebeya, entre otros.