¿Gobierno débil o gobierno fuerte? ¿Hay algo en el medio? Es una discusión interna que se ha filtrado hasta afuera, y de la que depende mucho. No es casual que el principal quejoso sea el titular del MEF. El saqueo populista a la caja fiscal desde el Congreso y las chambonadas administrativas en otras áreas van con tendencia a acelerarse.
Hasta aquí se identificaba una debilidad del gobierno como una debilidad del Poder Ejecutivo. El Poder Legislativo podía vacar a Dina Boluarte y reemplazarla con su propio alfil. Pero el pacto en la derecha moderó esa percepción, y los votos para vacarla probablemente abundan. Así, la debilidad se cambió por el directo sometimiento al Congreso, en cosas chicas y grandes.
Ahora tenemos un nuevo tipo de sensación de debilidad entre la población. Se podría definir como que las cosas se están saliendo de control, y rápido. Si bien José Arista está reclamando por la sumisión del MEF al Congreso, la cual ha heredado y quiere frenar, la población está mirando otras cosas, bastante más serias, si cabe.
Ahora la debilidad estaría en la pérdida de manejo en algunos problemas esenciales de la sociedad. La inseguridad ante el crimen, la canasta familiar pobre, la corrupción en las instituciones, la idiotización (real o fingida) del discurso del funcionario y la actuación oficialistas, el acceso ciudadano (no asistencialista) a servicios públicos.
La nueva sensación es que salvo reemplazar al Pedro Castillo golpista y desmontar su organización criminal, Boluarte no ha hecho nada. No ha podido mitigar las muertes de la protesta que la recibió. No ha podido introducir algo de disciplina en el Congreso. No ha podido limitar los pecadillos, como el hermano o los relojes.
Una corriente de opinión ha venido planteando que el gobierno es efectivamente débil, pero era preferible. Boluarte recogió ese guante con el discurso de la estabilidad, probablemente inspirado por Alberto Otárola. El mensaje de Standard & Poor es una fuerte crítica a esa presunción de estabilidad en el gobierno.
La situación es tóxica, con la derecha (FP, APP, RP y algún otro) no solo liquidando a diario la democracia republicana, sino de paso también el capitalismo. Boluarte se define a sí misma como fuerte. Pero eso es hasta que no pase nada, claro. Pero todo está apuntando hacia una crisis.
Un poemario cada tantos años. Falso politólogo. Periodismo todos los días. Natación, casi a diario. Doctor por la UNMSM. Caballero de la Orden de las Artes y las Letras, Francia. Beca Guggenheim. Muy poco twitter. Cero Facebook. Poemario más reciente, Las arqueólogas (Lima, AUB, 2021). Próximo poemario, Un chifa de Lambayeque. Acaba de reeditar la novela policial Pólvora para gallinazos (Lima, Vulgata, 2023).