Estamos, desde que empezó esta gestión legislativa en comparsa con el Ejecutivo, en un proceso de incertidumbre regulatoria de la educación universitaria. En este contexto, en que se propone a la libre competencia como propulsor de la mejora de la calidad educativa, hay que preguntarnos qué acciones pueden llevar a una mejora del sistema universitario.
Y la primera respuesta posible es mejorar a la universidad pública, pues en esta lógica de competencia y mercado, si la universidad pública tiene una mayor captación de estudiantes, de ofrecer mejor calidad educativa, de adaptarse a la virtualidad, de tener mejor equipamiento y de no perder clases por huelgas, quitará “participación en el mercado” a universidades privadas y estas deberán mejorar su calidad para estar “al nivel” de la pública.
En 2020 había alrededor de 339.900 estudiantes de pregrado matriculados en universidades públicas, para el 2022 esta cifra cambió a 331.500 (tuni.pe), es decir, se redujo en 2,4%. En ese mismo periodo las privadas subieron en 41,5% sus estudiantes (de 676.100 a 956.900). De hecho, todos los estudiantes en universidades públicas peruanas son menos que los que tiene la Universidad Nacional Autónoma de México, con 373.000, o la suma de solo tres privadas peruanas: 409.400 (UCV, UTP y UPN).
Ampliar la matrícula de la pública implica, a su vez, incrementar las plazas docentes a tiempo completo, con ello podrán incorporar a los investigadores que hoy solo pueden ser captados por las universidades privadas en alto crecimiento. Esto está relacionado con los resultados en investigación, por ejemplo, el 2023 se publicaron 74% más artículos en Scopus en universidades privadas que públicas, cuando en la mayoría de los países la investigación se concentra en la pública.
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Aumentar docentes en la pública, además, cambia la política local de la universidad, pues el padrón electoral se incrementa y hay más posibilidades de un recambio no solo generacional, también de gestión.
La universidad pública va más allá de la formación de profesionales, incluso allí tiene el diferencial de tener programas que no ofrecen universidades (p. e. Filosofía, Bibliotecología, Matemáticas, etc.). Genera investigación con un mayor vínculo con su entorno, conservan el patrimonio cultural y de biodiversidad a través de museos, entre otras.
Hacer más fuerte a la pública no pasa por crear nuevas universidades públicas en diferentes regiones; más recomendable es crear filiales de las ya existentes. Atomizar el presupuesto en nuevas instituciones incrementa el gasto en el aparato administrativo, cuando lo que se requiere invertir es en el personal docente y de investigación.
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Hacer más fuerte a la universidad pública implica también hacer mejoras en su capacidad de gestión, tener sueldos competitivos para sus docentes e investigadores, actualizar su equipamiento e incrementar los fondos para investigación (el programa de doctorados de excelencia de Concytec es un buen avance).
Por tanto, señores congresistas y del Ejecutivo, si su apuesta es por la competencia como generadora de calidad, su mayor aporte y legado sería fortalecer a la universidad pública.
Lima, 1981. Director de Investigación de la Universidad Científica del Sur. Médico sanfernandino, investigador RENACYT, docente universitario, editor científico, acuarófilo, papá gatuno y compañero de vida de Daniel. Cuenta con más de 100 publicaciones científicas en Scopus, miembro del Comité de SciELO Perú.