Es difícil no adentrarse en el tema del momento, sobre todo cuando parte del análisis que se ha realizado ha caído, como suele ocurrir, en lugares comunes forjados desde sesgos sexistas. El caso mediático protagonizado por el cantante y conductor Christian Domínguez podría parecer superficial; pero, en realidad, refleja estereotipos y la manera diferenciada en que se representa la infidelidad según el género.
Tomás Angulo, psicólogo con un amplio historial de declaraciones machistas y cuya presencia es recurrente en televisión cuando surgen eventos similares, advirtió a las ‘‘señoras’’ en una entrevista con René Gastelumendi y Mari Calixtro que estén alertas si sus hijas viajan, son jóvenes, lindas y, como agregó la periodista, ‘‘ligeras’’. Culpar y estigmatizar a las mujeres por su apariencia y elecciones siempre será lo más fácil, especialmente si por parte de comunicadores no hay cuestionamientos contundentes contra este tipo de posturas problemáticas
Otro aspecto es la forma en que Domínguez fue entrevistado y tratado por sus compañeras del programa matutino que conduce, algo que no se asemeja en lo más mínimo a la forma en que se abordó el caso protagonizado por una ex coconductora de ese mismo espacio televisivo. Mientras las preguntas y la manera en que las entrevistadoras se dirigían a él estaban orientadas a comprender su versión, profundizar en los motivos que lo llevaron a cometer la infidelidad e incluso hablar de una posible condición psicológica, para Melissa Paredes el tono fue acusatorio, acorralándola y buscando dejarla en evidencia. Al final, ella fue despedida de su trabajo y él fue enviado a ‘‘reflexionar y sanar’’.
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Los análisis de Angulo, la entrevista a Domínguez y, en general, estos programas, a menudo tienden a pasar por alto las complejidades de las relaciones y se centran en cuestionar la autonomía de las mujeres en cuanto a sus vidas sexuales y sentimentales, en lugar de abordar de manera equitativa las dinámicas de pareja y aprovechar el interés del caso para educar o complejizar las representaciones para hombres y mujeres. Pero, como siempre, estas ideas no están aisladas, sino que son parte de la concepción que se tiene, no solo de la infidelidad cometida por mujeres, sino de cómo debería comportarse una mujer para ‘‘merecer’’ ser respetada.
Todavía se espera que ellas se ajusten a estándares moralistas, limitando su libertad de elección y contribuyendo a una narrativa que es solo culpabilizadora. Y si bien las mujeres, como cualquier persona, deberían asumir la responsabilidad de sus actos, no se puede omitir que existe un aprovechamiento de este tipo de hechos para promover y legitimar discursos misóginos.
Jerarquizar entre ‘‘infieles’’ y ‘‘ligeras’’, brindando un trato diferenciado a los primeros, no es gracioso ni superficial. Por eso, desafiar el tratamiento y los sesgos machistas, incluso en el ámbito del espectáculo, puede contribuir a una comprensión más profunda de los estereotipos de género y patrones de desigualdad.
Periodista y editora de género en Grupo La República. Licenciada en Comunicación y Periodismo por la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas y máster en Estudios de Género por la Universidad Complutense de Madrid.