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‘Reforma’ (sic) del barril sin fondo, por Augusto Álvarez Rodrich

Petroperú: reestructuración real, no rescates disfrazados.

Si el inicio de la ‘reforma estructural de Petroperú’ (sic) es el cambio de porcentajes en la junta de accionistas para darle mayoría al MEF, es que se trata de un ‘engaña muchachos’ más de un gobierno poeta de frases embusteras antes que solucionador de problemas.

Tan patrañero como lo dicho por un ministro de que en Petroperú no habrá un (nuevo) rescate financiero, sino “un apoyo crediticio sin desembolso de recursos”, lo cual contrasta con el pedido de más de US$3,000 millones que el presidente de la empresa llama “aporte del accionista a ser devuelto”, algo sospechoso en una compañía que desconoce el significado de ‘pagar una deuda’ y que es emblema del cabezazo.

Evidencia de ello es una refinería modernizada a un costo de US$6,500 millones, seis veces más que el inicial: La empresa que encarga un edificio y el costo acaba cerca al doble de lo previsto, despide al gerente. Salvo Petroperú.

En vez de cambiar la composición de la junta, bastaría, como evidencia del compromiso real, con cambiar al ministro de energía y minas por alguien comprometido con un plan de sostenibilidad en el mediano plazo.

Algo que debería pasar, en opinión de esta columna, por su privatización, pero que bastaría en el corto plazo con un plan de saneamiento creíble y transparente, algo imposible en una empresa que ni quiere hacer público el plan encargado a Arthur D. Little.

La credibilidad del MEF tampoco es sólida porque históricamente ha sido el barman generoso de este alcohólico que es Petroperú, como ha comparado con acierto el abogado Alejandro Falla.

Petroperú es, además, una empresa prepotente que envía cartas a sus expresidentes que la cuestionan para decirles que no la pueden criticar.

Mientras el gobierno habla de reforma, Petroperú se sigue asignando lotes —en comparsa con Perupetro—, como evidencia de que ahí hacen lo que quieren su gerencia —que incluye con licencia al hoy titular del Minem—, sindicato y proveedores, un trípode corrupto.

Muy mal el gobierno al no emprender una reforma de verdad. Peor la izquierda al insistir con ignorancia —en el mejor de los casos— en la defensa de una empresa por motivos supuestamente nacionalistas, cuando se trata de un corrupto barril sin fondo.

Augusto Álvarez Rodrich.

Claro y directo

Economista de la U. del Pacífico –profesor desde 1986– y Máster de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, Harvard. En el oficio de periodista desde hace más de cuatro décadas, con varios despidos en la mochila tras dirigir y conducir programas en diarios, tv y radio. Dirige RTV, preside Ipys, le gusta el teatro, ante todo, hincha de Alianza Lima.