Los políticos se toman sus vacaciones de fin de año, asumen el clima navideño, y eso amortigua la trifulca en la política, y les baja el tono a los medios circundantes. Es una bonita idea, pero no muy sólida: en este diciembre no estamos viendo nada de eso. Al contrario, estamos en uno de los puntos más calientes desde que cesó la protesta del primer trimestre.
La tecnología permite ir a la playa, salir de paseo, participar en la fiesta patronal, o pegarse una chicha de varios días, y al mismo tiempo seguir metiéndole cabe a los enemigos. En verdad no hay, en nuestra cultura, un tiempo específico para un vacacionismo generalizado. A ningún político le debe gustar tomarse vacaciones cuando casi todos los colegas se siguen moviendo.
Es decir, las cosas se están moviendo demasiado como para tomar vacaciones en la política, y en otras actividades. Ayer un grupo de jóvenes con carteles insultando caviares al mediodía en el óvalo Gutiérrez indica que las mafias del Congreso y la Fiscalía están acusando el golpe. Para algunos es, pues, hora de consultar con el abogado, no de irse a la playa o a la provincia.
Este año no estamos teniendo, pues, una calma de fin de año. No todos los años la ha habido, o la ha habido y no se ha notado tanto. Sospechamos que en este diciembre del 2023 la cosa para los sectores populares es sobre todo horas extras o salir a vender, y para los sectores medios se trata de ahorrar privilegiando actividades en casa.
Con el dinero que han recibido, el cierre de la legislatura, sus frecuentes compromisos internacionales, los congresistas se han convertido en símbolos del vacacionismo. Aunque estamos viendo que algunos prefieren el paso de diciembre a enero para tratar de armar bochinche, indiferentes a la competencia de Santa Claus.
Pero el bochinche parlamentario de estos días es poca cosa frente a lo que podría darse cuando, entrado marzo, llegan los cobros de impuestos, los jóvenes vuelvan a la escuela y se reactive el asunto de los pliegos sindicales. Al menos es lo que están esperando quienes quieren un pachacuti que cambie las cosas. Mientras tanto calma, y entender que viajar es fugar un poco.
Un poemario cada tantos años. Falso politólogo. Periodismo todos los días. Natación, casi a diario. Doctor por la UNMSM. Caballero de la Orden de las Artes y las Letras, Francia. Beca Guggenheim. Muy poco twitter. Cero Facebook. Poemario más reciente, Las arqueólogas (Lima, AUB, 2021). Próximo poemario, Un chifa de Lambayeque. Acaba de reeditar la novela policial Pólvora para gallinazos (Lima, Vulgata, 2023).