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Tu dolor me estorba, por Maritza Espinoza

“El dolor por la pérdida de un hijo no tiene plazos ni puede reglamentarse. Puede durar una vida entera”.

Con el hastiado gesto de una tía pituca harta de que su empleada doméstica le ande insistiendo que le pague la quincena, doña Luz Imelda Pacheco, vicepresidenta del Tribunal Constitucional, respondió así a una pregunta sobre la ilegal excarcelación de Alberto Fujimori pese a su sentencia de culpabilidad en los asesinatos de Barrios Altos y La Cantuta:

“¡Ya dejen el tema Fujimori! ¡Eso pasó hace treinta años! Hay que dejar de odiar. Yo no sé por qué hay un grupo de personas que quieren que eso viva para siempre. ¡Ellos no son las únicas víctimas! Hay que mirar para adelante y no estar exigiendo que todo el mundo te pida perdón”.

Una declaración despiadada, feroz, glacial, cuyo subtexto (y vuelvo a la tía pituca) suena a: “Ay, hija, ¡qué pesada! Ya deja de lloriquear que tengo mejores cosas que hacer que escucharte… ¡Mejor mira para adelante y agradece que siquiera tienes un trabajo, mamita!”.

El mensaje de la doña, desgraciadamente, representa el sentimiento de cierto sector de limeños que no siente la más mínima empatía con seres humanos que han sufrido una tragedia tan atroz como haber perdido un hijo, un esposo, un hermano, y no tener siquiera el consuelo de haberlos podido enterrar. Y, sí, no son las únicas víctimas, pero todos sufren la misma desgracia.

No dudo que, si esa tragedia inenarrable la hubiera sufrido una pariente suya, doña Luz Imelda jamás se expresaría así, pero como la sufrió gente que no se le parece, gente cuyas penas no la alcanzan, gente de otro color y otra extracción social, su dolor es simplemente irrelevante.

El dolor por la pérdida de un hijo no tiene plazos ni puede reglamentarse. Puede durar una vida entera. Más aún si ni apenas te han entregado una fracción de hueso y, en otros casos, ni siquiera tienen un lugar donde llorarlo. Y mucho más, por supuesto, si los responsables de su muerte exigen el privilegio de un indulto que no merecen y, encima, se niegan a hacer el mínimo gesto de pedirte perdón.

Maritza Espinoza

Choque y fuga

Periodista por la UNMSM. Se inició en 1979 como reportera, luego editora de revistas, entrevistadora y columnista. En tv, conductora de reality show y, en radio, un programa de comentarios sobre tv. Ha publicado libro de autoayuda para parejas, y otro, para adolescentes. Videocolumna política y coconduce entrevistas (Entrometidas) en LaMula.pe.