El espectáculo de la descomposición de las mafias que nos gobiernan puede resultar satisfactorio, sin dejar de ser inquietante. Las revelaciones de esta debacle se suceden a un ritmo vertiginoso, incluso para los peruanos que ya deberíamos estar curados de espanto. No es casual que muchos asocien a la fiscal Patricia Benavides con Blanca Nélida Colán, la funcionaria para todo uso de la era Fujimori-Montesinos. Es decir, esto ya lo hemos visto, vivido y sufrido. Pero esa familiaridad tiene un punto de extrañeza angustiosa, como explicó Freud en su célebre texto al respecto.
Podemos experimentar una insidiosa sensación de déjà-vu, pero nadie sabe con certeza lo que vendrá después. Tan solo una movilización contundente de las calles podría calmar la duda que tormentosa crece, como canta el vals Hermelinda. Sin embargo, no hay cómo saber si esa protesta callejera contra la corrupción, la inseguridad y la incompetencia, tendrá lugar. La depresión nacional es palpable, pero su derrotero es incierto.
Esto favorece, como es obvio, a los grupos que hoy se destripan por conservar su cuota de poder ilícito. Mientras tanto se suceden cortinas de humo tóxico y burdo, como la gastada carta de la libertad de Alberto Fujimori. Asimismo, la gritería embrutecedora de caviar, caviar, caviar. Esta invención de un enemigo tan satanizado como endiosado (está en todas partes y es todopoderoso), es funcional a las más banales y torpes teorías conspirativas. ¿La mafia caviar extravió las tesis de la fiscal Benavides? ¿Fueron los caviares quienes destruyeron a la Sunedu? ¿La operación Valquiria V? Nada se pierde diciéndolo.
Esa es la versatilidad de los significantes vacíos. Se puede meter de todo y a todos, dejando a criterio del oyente los nombres y rostros, así como planes siniestros que su imaginario produzca.
Todas las teorías conspirativas tienen en común esa vaguedad que permite llenar el vacío significante con lo que, como decía una vieja publicidad, su corazón desee. Sin embargo, su uso no es elástico hasta el infinito. Como en el experimento del refuerzo inconsistente en el que a veces se daba al animal del experimento el alimento, y a veces no, llega un punto en que el animal ya no se levanta. Ese punto se conoce como desesperanza aprendida y asemeja como dos gotas de agua a lo que estamos sufriendo hoy en el Perú. No nos sentimos capaces de reaccionar a la situación aversiva y solo pensamos en huir… o dormir.
Jorge Bruce es un reconocido psicoanalista de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha publicado varias columnas de opinión en diversos medios de comunicación. Es autor del libro "Nos habíamos choleado tanto. Psicoanálisis y racismo".