La dictadura perfecta, por Raúl Tola

“Se trata por su puesto de un modelo parecido al mexicano, aunque con particularidades”.

El término ‘dictadura perfecta’ se popularizó hace más de 30 años, cuando Mario Vargas Llosa participó en el encuentro de la revista mexicana Vuelta organizado por Octavio Paz y moderado por Enrique Krauze. En respuesta a la intervención de Paz, quien al hacer un recuento de las dictaduras latinoamericanas exoneró a México, Vargas Llosa dijo que el país sí encajaba en esa tradición, aunque ‘con un matiz que es, más bien, un agravante’.

Esta era la apariencia de democracia que el PRI había sabido impregnar en un régimen que, si uno escarbaba, tenía todas las características de una dictadura. Este camuflaje había perfeccionado el sueño de los peores autócratas, evitando las sangrientas revoluciones que solían terminar con ellos, a cambio de una civilizada alternancia en el liderazgo del plan común, donde todos los involucrados salían ganando. Para consolidarlo, se había creado una retórica que lo justificaba y que, a lo largo de la historia, reclutó a muchísimos intelectuales. En un artículo de 1992 que evocaba aquella polémica, Vargas Llosa calificó el modelo como ‘una de las más astutas y eficientes creaciones antidemocráticas de toda la historia’.

¿Viene el Perú transitando este camino? Me temo que sí. Lo han confirmado las denuncias contra la fiscal de la Nación, que demuestran no solo unos niveles de corrupción cloacales en las altas esferas del Ministerio Público y el Congreso, sino algo más grande, de lo que Patricia Benavides es apenas un engranaje. Las coordinaciones que Jaime Villanueva hacía por encargo suyo son parte de un esfuerzo por someter el aparato estatal a un proyecto de fachada democrática pero de entraña autoritaria, mafiosa y duradera.

Se trata por su puesto de un modelo parecido al mexicano, aunque con particularidades. Para comenzar, no lo encabeza un partido único, sino una confluencia de actores con un interés primordial: el control de las instituciones de la democracia para la consecución de fines reñidos con la ley. Bajo este paraguas están reunidos los investigados por los casos Lava Jato y Cuellos Blancos del Puerto, ‘Los Niños’, los enemigos de la reforma educativa, o mafias como el narcotráfico y la minería ilegal.

Con avances y retrocesos, estos grupos de interés llevan años trabajando detrás de este objetivo. A estas alturas, han conseguido apoderarse del Ministerio Público, el Congreso, la Defensoría del Pueblo, el Tribunal Constitucional y la Sunedu, teniendo pendientes la Junta Nacional de Justicia y el sistema electoral.

¿Logrará frenarlo la evidencia que está apareciendo? Ojalá que sí. Aunque se emprendió con el propósito de sancionar un gravísimo delito de corrupción, la investigación del equipo especial de la fiscal Marita Barreto tendrá efectos políticos. No porque sea una maniobra con motivaciones ideológicas, dentro de una pugna por el control del Ministerio Público, como falazmente se viene diciendo, sino porque esto ocurre cuando se descubre una organización criminal con ramificaciones que alcanzan las altas esferas del poder. ¿O ya se olvidaron de los vladivideos?

Raúl Tola

El diario negro

Raúl Tola. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.