Una vez más nos encontramos en un momento de activación del conflicto político. El bloque de poder pareciera quebrarse, al menos esa es la imagen que transmiten los medios de comunicación, quedando claro que le cortarán la pita a alguien, a Boluarte o a Benavides.
Pero detrás del escenario hay un actor que hasta cierto punto pasa desapercibido: el Congreso de la República. Su rol en la crisis que vivimos es central; sin embargo, aparece en un segundo plano en las demandas sociales movilizadoras. Los chivos expiatorios de la crisis son otros. Es por eso que desde esta columna se seguirá poniendo luz en la sombra de la práctica parlamentaria.
La semana pasada alerté sobre lo que venía ocurriendo con la aprobación de los últimos créditos suplementarios. Esta vez toca visibilizar lo que pasó en el debate de presupuesto.
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Para empezar, una nueva práctica legislativa aberrante —iniciada con este Parlamento— es el retiro de los dictámenes aprobados en la Comisión de Presupuesto, en este caso, los de endeudamiento y equilibrio fiscal para ser reemplazados por textos sustitutorios presentados por el presidente de la Comisión ¡sin debate! Es decir, el presidente de la Comisión puede desechar lo aprobado en Comisión sin siquiera esperar el debate en el Pleno, volviendo a la Comisión un mero espejismo.
Por si esto fuera poco, el debate público del proyecto de presupuesto se suspendió y pasó a un cuarto intermedio de negociación a puerta cerrada. Solo algunos, entre ellos el presidente del Congreso y el de la Comisión de Presupuesto, decidieron los criterios del texto final a ser votado.
Hago énfasis en “ser votado” porque se advirtió que este texto ¡no sería debatido! Se colgó en la plataforma virtual del Congreso a las 2 de la madrugada y se votó a las 10 a. m. Quizá alguno de los padres de la patria logró leerlo, lo que sinceramente dudo. Se votó casi a ciegas y sin debate.
Finalmente, los textos aprobados por el Congreso tienen dos aspectos que resultan peligrosos. El primero es que se permite al MEF reestructurar el presupuesto, pues —tras la acostumbrada lluvia de millones en los debates presupuestales— no hay cómo financiar todo lo aprobado. Entonces el MEF podrá, a discreción, quitar presupuesto de un sector para financiar otro.
Lo segundo es la reserva de contingencia. Entró en el proyecto presentado por el MEF con 3 mil millones de soles y el Congreso aprueba solo 2 mil millones, ¿dónde están los mil de diferencia? Están reduciendo un fondo de emergencia y sin saber a dónde se va.
Lo que queda claro, como señala Eduardo Dargent, es que hay un cambio de sistema sin un cambio formal de régimen. Tenemos un parlamentarismo informal que gobierna tras bambalinas.
Socióloga, con un máster en Gestión Pública, investigadora asociada de desco, activista feminista, ecologista y mamá.