Los acuarios públicos cumplen un rol fundamental en la educación sobre la vida acuática, vital para la conservación de la biodiversidad marina, lacustre y de los ríos. Además, tienen funciones de entretenimiento, estética e investigación. Las principales ciudades del mundo cuentan con acuarios públicos bien implementados, que son atractivos turísticos y muestran la riqueza de su biodiversidad acuática (peces, aves, mamíferos, invertebrados, reptiles, plantas, algas, etc.).
El Perú tiene uno de los mares más ricos del planeta, gracias a que tenemos dos corrientes, una de aguas frías y otra de aguas cálidas, que permiten una biodiversidad que la reconocemos solo en la comida, pero no tenemos la oportunidad de apreciarla viva y directamente. Adicionalmente, los ríos amazónicos albergan especies completamente distintas y que no suelen mostrarse en acuarios de otras regiones del mundo.
Conocemos menos aún de cómo es la biodiversidad de nuestros lagos y lagunas, así como la de los ríos costeros, que en muchos casos está en extinción por la contaminación o la introducción de especies invasoras, como la trucha. Pues para proteger y valorar lo que tenemos, primero hay que conocerlo.
En Latinoamérica hay grandes acuarios en Sao Paulo, Río de Janeiro, Santiago de Chile, Medellín, Cartagena, entre otros, que toman un mediodía de la visita de un turista en la ciudad. En Lima tenemos dos (Nautilus y Parque de la Imaginación), que no se asemejan en tamaño, diversidad, infraestructura con los de la región.
Nuestro país necesita tener un acuario público acorde con nuestra biodiversidad; este puede ubicarse en la capital o en otra ciudad que ganaría un atractivo turístico. Puede implementarse en la modalidad de obras por impuestos, tener administración público-privada e incluir la investigación científica. Una ley que lo declare de interés nacional podría ser un primer paso.
Lima, 1981. Director de Investigación de la Universidad Científica del Sur. Médico sanfernandino, investigador RENACYT, docente universitario, editor científico, acuarófilo, papá gatuno y compañero de vida de Daniel. Cuenta con más de 100 publicaciones científicas en Scopus, miembro del Comité de SciELO Perú.