Fue un día de reflexión, un “retiro” presidencial convocado por el presidente Lula para retomar la agenda de la integración regional, bajo la sombra de la Unasur, ese viejo sueño que ahora recobra vida a instancias de la nueva necesidad de integrar el bloque sudamericano.
La integración, ese mecanismo que permite la libre circulación de mercancías, servicios, personas y capitales, bajo el modelo exitoso de la Unión Europea, ha sido una aspiración de los pueblos cuyo origen común y un deseo colectivo de desarrollo los impulsa a abrir mercados comunes, ensayar intercambios comerciales y avanzar en proyectos binacionales o multinacionales que generen simetrías entre los países del bloque sudamericano.
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La pandemia que azotó al mundo también nos obliga a la integración. Salir a comprar medicinas o vacunas de forma conjunta nos hubiera servido para garantizar mejor salud para los ciudadanos, tanto en precios como en oportunidades. No se logró en ese momento, pero se trata de una posibilidad para futuro que no se puede desperdiciar.
También es importante la integración para garantizar un mejor acceso a la tecnología y la innovación. Como bloque de países, las iniciativas en esa línea podrían permitir que se puedan superar rápidamente las brechas entre naciones más favorecidas que las menos favorecidas y las que nos dividen al interior de las propias sociedades de los países sudamericanos.
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Son muchas las ventajas que trae la integración. Hay algunos modelos subregionales como la Comunidad Andina, con un avance lento en las propuestas de integración, pero que ha mostrado ser una ventajosa plataforma comercial para los países miembros; o el Mercosur, en el que las ventajas de los países de mayor envergadura comercial resienten a los de menor dimensión. Todos estos modelos deben sumar su experiencia y conocimiento para el gran sueño integrador del Cono Sur.
Los presidentes reunidos en Brasilia han mostrado la voluntad de seguir adelante en el proceso. Se harán reuniones periódicas y se revisarán los avances. Es la oportunidad histórica para retomar el modelo integrador que dio origen a las repúblicas. Ya han sido 500 años en los que se ha demostrado que el esfuerzo individual no es suficiente para construir sociedades modernas, inclusivas y que avanzan hacia mejores destinos.