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Muy mal con Dina, ¿pero peor sin Dina?

Vacancia rechazada ayer era solo un saludo a la bandera.

El rechazo de la admisión de la moción de vacancia por incapacidad moral de la presidenta Dina Boluarte por las muertes en las protestas evidencia que solo era un saludo a la bandera.

La escuálida votación por su vacancia de 37 votos, con 64 en contra y 10 abstenciones, también es señal de la posibilidad creciente de que la presidencia más débil de las últimas décadas termine durando mucho más de lo anunciado por sus detractores.

La principal fuente de respaldo político de Dina Boluarte no radica en el apoyo que tiene —prácticamente inexistente—, sino en que ella significa para una amplia mayoría de congresistas —incluyendo varios que votaron ayer por admitir la moción, aunque sabiendo de antemano que no prosperaría— la boya de salvación para su afán de quedarse en el Parlamento hasta 2026.

Si la presidenta Boluarte fuera vacada o renunciara, el escenario futuro sería una elección adelantada convocada en cuatro meses por quien el Congreso designe como su reemplazo, implicando el final del sueño parlamentario de cinco años que significa para muchos congresistas no solo un sueldo fijo, sino la explotación de una franquicia para chanchullos de toda índole.

La vocación por durar coincide con el afán de Dina Boluarte por también llegar hasta el 2026, completando el lustro político para el que fue elegido Pedro Castillo y ella como su vicepresidenta.

Es decir, el Congreso, que es el único que la puede vacar, no quiere irse y sabe que para eso debe cuidar a Boluarte; y ella no tiene ninguna vocación por la renuncia o el suicidio político como el que cometió Castillo.

También la ayuda a durar que las denuncias aparecidas hasta ahora, como las de Henry Shimabukuro, erosionan su credibilidad, pero no tienen el impacto para sacarla del cargo; mientras que las críticas desde la izquierda son bastante ridículas como las que sostienen que su gobierno ya es una dictadura similar a la de Venezuela.

Todo lo cual no implica que Boluarte tenga el camino asegurado hasta el 2026, pues su presidencia es tan débil que cualquier ventarrón se la tumba, pero sí que crece la posibilidad de durar sobreviviendo, básicamente porque aumentan los que piensan muy mal con Dina, ¿pero peor sin Dina?

Augusto Álvarez Rodrich.

Claro y directo

Economista de la U. del Pacífico –profesor desde 1986– y Máster de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, Harvard. En el oficio de periodista desde hace más de cuatro décadas, con varios despidos en la mochila tras dirigir y conducir programas en diarios, tv y radio. Dirige RTV, preside Ipys, le gusta el teatro, ante todo, hincha de Alianza Lima.