Por: Eduardo Ugarte- periodista
Antes de que en el siglo XIX se definiera el racismo, ya había cometido lo suyo en el mundo que se organizó en base al colonialismo, el clasismo, el paternalismo y la diferencia de razas, con un sistema que determinó que el blanco sea el administrador (superior, racional, civilizado), el indio el mitayo y el negro el esclavo. Sistema de poder que en más de 200 años de independencia no superamos y sigue creando distancias, disparidades e injusticias.
Hace 75 años de la adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que “establece que toda persona tiene todos los derechos y libertades, sin distinción de ningún tipo, como la raza y el color, entre otras”. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk, ha invitado a todos los Estados, en el marco de la iniciativa Human Rights 75, a luchar contra la discriminación racial comprometiéndose a adoptar medidas concretas y urgentes, con especial énfasis en mañana: Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial. “Ese día, 21 de marzo de 1960, la policía abrió fuego y mató a 69 personas en una manifestación pacífica contra la ley de pases del apartheid que se practicaba en Sharpeville, Sudáfrica. Al proclamar el Día en 1966, la Asamblea General instó a la comunidad internacional a redoblar sus esfuerzos para eliminar todas las formas de discriminación racial (resolución 2142 (XXI).”
“Principio de la igualdad. La Asamblea General de las Naciones Unidas reitera que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y tienen la capacidad de contribuir de manera constructiva al desarrollo y bienestar de la sociedad… también enfatiza que todas las doctrinas de superioridad racial son científicamente falsas, moralmente condenables, socialmente injustas y peligrosas y deben rechazarse, al igual que las teorías con que se pretende determinar la existencia de razas humanas separadas… por lo que la prohibición de la discriminación racial ha quedado consagrada en todos los instrumentos internacionales básicos de derechos humanos, que imponen a los Estados obligaciones y tareas destinadas a erradicar la discriminación en las esferas pública y privada. Exige también a los Estados que adopten medidas especiales para eliminar las condiciones que causan o propician la perpetuación de la discriminación racial”.
¿Qué haremos mañana para evaluar cómo cumplimos con este principio, especialmente luego de descubrirnos racistas soterrados o extremos en estos dos últimos años?
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