El multiverso de la derecha peruana, por Eduardo Villanueva

"La derecha del modelo no tiene, para variar, cómo ganar elecciones; ahora, ni siquiera tiene cómo detener la tormenta que promovió".

Por: Eduardo Villanueva

En las pasadas dos décadas, la derecha peruana se manifestó en cuatro planos de existencia. La derecha “del modelo” convivía con la derecha autoritaria, la conservadora y la popular/informal.

Para la primera, todo funcionaba si lograba inclinar hacia sí las decisiones de política pública, garantizando sus oligopolios y su articulación con la economía globalizada, negando la intervención estatal; eso hacía feliz a la derecha popular, que encontró cómo hacerse rica desde la informalidad.

Los conservadores y los autoritarios, en relativo segundo plano, hacían ruido, pero, mientras no molestara a la derecha del modelo, todos felices. El segundo García permitió que el multiverso derechista se regodeara, feliz, sin estorbarse entre sí.


La ruptura de 2016 produjo la debacle actual: la derecha del modelo se enfrentó al fujimorismo, desde la banalidad de la heredera, agrupando a los otros universos de la derecha detrás de sí, que buscaban sus espacios para controlar el Estado y la sociedad peruana.

Los muchos áulicos de la derecha del modelo habían coqueteado con el autoritarismo y el conservadurismo, buscando fantoches con quienes pelearse, como los caviares o, peor aún, el comunismo; pero la destrucción del Gobierno de PPK y el cierre del Congreso de Vizcarra produjeron una explosión en el multiverso, y ahora todo está junto y superpuesto.

Castillo creó un momento de unidad descontrolada, con los tropos preferidos: un gobierno del sombrero sería el comunismo, el hambre, el caviarismo, venezolanización, Evo, Sendero, los cerros bajando. A pesar de la incapacidad de Castillo, ganó, porque la demencia narrativa de la derecha no logró asustar lo suficiente a suficientes compatriotas.

El gobierno de Castillo dejó a cada juego de protagonistas fuera de control, sin más norte que tratar de ser los vencedores del comunismo. El intento patético de autogolpe del 7 de diciembre dejó todo en claro: la derecha no tiene más agenda que recuperar el control del país para repartírselo. Lástima que la herramienta para ello sea Dina Boluarte.

Tan incapaz como Castillo, pero con más ínfulas, Boluarte ha incendiado el país mientras se inmola como pararrayos reduciendo la exposición de las derechas, con los promodelos desesperados por elecciones porque la economía no se moverá hasta que se calmen las aguas, aunque los autoritarios, informales y conservas se empeñan en ganar esta vez sin dejar nada en pie si es necesario.

La derecha del modelo no tiene, para variar, cómo ganar elecciones; ahora, ni siquiera tiene cómo detener la tormenta que promovió. Su responsabilidad al empoderar a sus instancias racistas y autoritarias es enorme, y deberá responder por la tragedia que vivimos

Eduardo Villanueva Mansilla

Profesor principal del departamento de Comunicaciones de la PUCP. Investiga sobre política y desigualdades digitales, y el contacto de estas con prácticas de la cultura digital, desde memes hasta TikTok.