Gran Orquesta de Domínguez sufre grave accidente

Pronóstico reservado

“Lo único cierto en este contexto es que el objetivo principal de todos los actores parecer ser quedarse en el poder...”.

La semana que acaba de empezar traerá definiciones, y no nos referimos de las que vienen de los octavos y cuartos de final del mundial de fútbol.

Con varios recientes acontecimientos políticos, se auguraba días complicados, pero creo que nunca imaginamos tanto (ni en pesadillas). El 26 de noviembre, se produjo un cambio de gabinete (ahora a cargo de Betssy Chávez) al interpretar que se había negado una cuestión de confianza presentada por el Poder Ejecutivo, aunque ello no quedó claro en un primer momento, luego se difundieron las actas del Consejo de Ministros que lo explicitaban.

El 29 de noviembre, en el Congreso se presentó una nueva moción de vacancia contra el presidente de la República (la tercera). En la misma fecha, el Congreso presentó una demanda competencial por la cuestión de confianza que el gobierno había entendido como denegada y solicitado una medida cautelar.

El 30 de noviembre se rechazó la demanda de inconstitucionalidad presentada por el gobierno contra la ley que había motivado la cuestión de confianza, la Ley n.º 31399 (que impedía plantear un referéndum directo para modificar la Constitución y que algunos consideramos recorta el derecho de participación político y una interpretación posible de la Constitución que la admitía).

El 1 de diciembre, el Grupo de Alto Nivel que vino al Perú presentó su informe preliminar ante el Consejo Permanente de la OEA en el que recomendó, entre otros temas, encauzar el diálogo y hacer una tregua política. Ese mismo día, el Tribunal Constitucional otorgó la medida cautelar solicitada por el Congreso y ordenó “suspender cualquier efecto que pudiera derivarse de la decisión del Poder Ejecutivo de interpretar como denegada la confianza”. También en la misma fecha se admitió la moción de vacancia y se citó al presidente para el 7 de diciembre.

Por su parte, la Comisión de Constitución del Congreso aprobó un procedimiento para suspender al presidente de la República (en aplicación del artículo 114 de la Constitución) y también para adelantar elecciones (esto último con una aprobación de votos que no parecería augurar demasiada suerte para una reforma constitucional que además requiere aprobación en doble legislatura con no menos de 87 votos). En medio de todo, surgieron rumores de un supuesto cierre del Congreso, que tanto en su generación como desmentido no generaban demasiada confianza.

Si a quienes leen les ha costado seguir esta secuencia, no está solo/a. Los constantes cambios en la escena política dificultan mantenerse al tanto de ellos, pero además, y esto creo que es lo más preocupante, agravan la sensación de permanente crisis, de ausencia de solución y de que finalmente todo es más de lo mismo. Tal vez sea por ello que cada nuevo incidente genera decreciente interés en una ciudadanía preocupada por sus problemas cotidianos y lo que hace también que acusaciones de corrupción o designaciones cuestionables no generen la indignación que deberían.

El pronóstico reservado de la semana proviene de la posible vacancia presidencial. ¿Será la “crónica de una muerte anunciada”? ¿Se lograrán los 87 votos? ¿Los congresistas de Perú Libre que votaron a favor de la admisión la apoyarían (pese a sus declaraciones de que no lo harían)? En suma, ¿terminaremos la semana con la primera presidenta en funciones? (como producto de la sucesión presidencial). ¿Durará mucho en el cargo?

En medio de todo, voceros del gobierno parecen indicar que no aceptarían una eventual vacancia por ser “inconstitucional”. ¿Esta es la forma de defender el Estado de derecho? ¿También cuando no guste una ley, una sentencia o la decisión de cualquier poder del Estado puedo dejar de cumplirla?

Lo único cierto en este contexto es que el objetivo principal de todos los actores parecer ser quedarse en el poder por y para nada (o para muy poco), que las invocaciones al diálogo y la tregua política no parecen alinearse con las intenciones de gobierno y Congreso, y que la gobernabilidad y el Estado de derecho es la última de sus preocupaciones.

Pedro Castillo

Pedro Castillo