Sí, pues, ¿para qué viene la misión OEA?, por Augusto Álvarez Rodrich

Como diría Pedro Castillo, ‘la historia la quiero completa’.

Esta columna planteó hace un mes, al saberse que venía una misión de la OEA a Lima, que era crucial tener precisión sobre su objetivo para no caer en la trampa que pretende el oficialismo.

Para empezar, los misioneros deben justificarse demostrando que en el país hay un golpe de estado en marcha.

El jurista Diego García Sayán publicó una columna en esta página esta semana sosteniendo la importancia de tener en cuenta la resolución del consejo permanente —redactada y propuesta por Torre Tagle— que llama a preservar la institucionalidad democrática y a respetar el estado de derecho; que esta misión se nutre de información previa, como la de la misión electoral que en 2021 reconoció la legitimidad de la votación, en contraposición a las corrientes que sostenían un supuesto ‘fraude’, las cuales siguen apuntando a la vacancia; y que el fin último de la misión es promover el diálogo para fortalecer el sistema democrático de gobierno.

Siendo eso muy correcto, hay otra parte de la historia que también es crucial tener en cuenta si es que se entiende que la democracia no es un sistema estático que empieza y termina el día de la votación, sino que es un proceso dinámico que ocurre cotidianamente.

Es cierto que hubo ‘fraudistas’ que siguieron apostando por la vacancia por cualquier motivo, pero también hay sectores —como esta modesta columna— que sostuvieron que la elección fue legítima y legal, pero que muy rápidamente fue claro que el único fraude acá era Pedro Castillo y que su gobierno era una estafa, no solo por su mediocridad como presidente, sino, lo que es más grave, y que es lo que el gobierno quiere obviar, porque hay fundadas razones para pensar que es un ladrón que llegó al gobierno a robar.

La oposición política es un desastre, por mediocre y por corrupta, pero cómo se dialoga con un gobierno que cada día demuestra que quiere detonar la democracia, obstaculizar con flagrancia a la justicia, atacar a la libertad de expresión, degradar al sector público para robar, y que, como señaló el embajador Allan Wagner, invoca a la carta democrática para paralizar el proceso interno de la acusación constitucional.

Como diría Pedro Castillo, ‘esta historia la quiero completa’. Como debe ser, ¿no es cierto, misioneros de la OEA?

La República

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