De similitudes y plagios
“Ojalá me equivoque, pero dudo que vaya a objetar esta ley quien no podría obtener un grado académico con la normativa actual. Esa sería la real “palabra de maestro” de Pedro Castillo”.

Hace cuatro años quien fuera superintendenta de Sunedu, Flor de María Luna Victoria, fue destituida a menos de un mes de su nombramiento porque le detectaron plagio en artículos académicos publicados en coautoría.
Se entendía que quien estaba a cargo de la institución que regula la educación superior no podía tener faltas comprobadas que atenten contra la integridad académica, tiempos aquellos en que la integridad parecía ser relevante para la educación en el Perú.
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En estos meses se ha detectado plagio en las tesis de doctorado del ministro de Educación y la tesis de maestría del presidente de la república, ambos licenciados en educación y vinculados a la noble carrera de la docencia.
Las dos universidades responsables no han generado sanciones, pues en ambos casos las tesis fueron sustentadas antes que fueran licenciadas y no tenían su normativa ajustada a los requerimientos de la ley universitaria y de Sunedu en relación con la integridad académica y sanción del plagio.
En la defensa pública se argumenta que la similitud hallada con el software Turnitin no es plagio. Sin embargo, obvian que en ambos casos hubo varios expertos que lo verificaron.
Si bien, los softwares “antiplagio” detectan textos con similitudes, luego una persona debe verificar si existe el plagio de textos al corroborar si se citó al autor del texto copiado y si no hay una cita referenciada, es plagio. El plagio puede ser de solo un párrafo, de páginas enteras o casi todo el marco teórico como se ha denunciado en ambos casos.
Mañana se vence el plazo para que el presidente observe la ley de contrarreforma universitaria, ley que permite un retorno al pasado donde el plagio era la norma para ciertas universidades. Ojalá me equivoque, pero dudo que vaya a objetar esta ley quien no podría obtener un grado académico con la normativa actual. Esa sería la real “palabra de maestro” de Pedro Castillo.



