Opinión

Algo de optimismo

“Cada golpe de Estado relegó mirar y pensar públicamente lo fragmentados que somos, la desarticulación nacional existente tanto en lo social como en lo político...”.

Hernán Chaparro 19-04-22
Hernán Chaparro 19-04-22

Por: Hernán Chaparro, Psicólogo social. Facultad de Comunicación, Universidad de Lima.

El actual entrampamiento político genera un clima de desasosiego donde muchos se preguntan y plantean salidas políticas a tientas. Lo que se ve con mayor seguridad es que la crisis generada por el conflicto entre Rusia y Ucrania agrava una situación económica delicada que despierta un tipo de demandas ubicadas en el bolsillo o, directamente, en el estómago.

No sabemos cuándo, pero lo más probable es que las demandas económicas y las políticas se encuentren en algún momento y nos vuelvan a plantear una oportunidad de avanzar en la gobernabilidad. Un reto que no será del Gobierno, ni de los partidos, sino de los peruanos. Basta ver la lista de políticos cuestionados que se vuelven a inscribir, bajo nuevos vientres de alquiler, para ver que por ese lado la intención de cambio de algunos es nula. Los partidos vinculados al Ejecutivo y al Legislativo son fuertemente criticados y lo que vemos es que siguen sin ejercer un mínimo filtro en la presentación de candidatos.

Sin embargo, visto en el largo o corto plazo, hay motivos para sostener un mejor ánimo. Si esta crisis se hubiese producido en los setenta o antes, lo que tendríamos en estos momentos es un golpe militar que podría haber convocado a elecciones inmediatas, sin solucionar nada de fondo, o que hubiese buscado quedarse en el poder un largo rato, “ordenando” la situación. El problema es que pocas veces se buscó cambiar algo, salvo Velasco, como es obvio, aunque la discusión sobre su impacto en el ordenamiento democrático excede este artículo.

En un país precario de consensos, ese es uno. Las Fuerzas Armadas han mostrado que hoy priorizan el respeto por el orden vigente, así ande a rastras; y que entienden que debemos ser los civiles quienes nos debemos arreglar entre nosotros. Pruebas de esto son el comportamiento que tuvieron los jefes de las Fuerzas Armadas ante la convocatoria de Merino o la reacción frente a los intentos de Pacheco y Castillo de influir en los ascensos. En la crisis generada por el desconocimiento de un pequeño sector de los resultados electorales, algunos pidieron la intervención militar, pero solo confirmaron que esos pedidos son marginales.

Visto de otra manera, los sucesivos golpes militares de antaño, incluido Velasco (en tanto propuesta de solución vertical), obliteraron mirar nuestra fragilidad institucional, la precariedad de las élites, el bajo capital social ciudadano. Cada golpe de Estado relegó mirar y pensar públicamente lo fragmentados que somos, la desarticulación nacional existente tanto en lo social como en lo político y económico. Facilitó que no veamos y hagamos algo con nuestra dificultad para debatir, discutir, discrepar y finalmente llegar a consensos mínimos, más allá de que se plasme en una ley… porque, finalmente, siempre se puede hacer trampa. Hoy nos enfrentamos a esa imagen gris de nosotros mismos y la viabilidad de un proyecto que integre nuestra compleja colectividad.

Hoy no vemos con claridad la salida, pero también hay consenso en que la misma debe ser dentro de la democracia y abordando, al menos en parte, algunas reformas pendientes. La propuesta de vacancia se ha mostrado débil en lo jurídico y antojadiza en lo político. Básicamente como una continuidad del desconocimiento de resultados electorales válidos. Pero, además, creer que la vacancia es solución de algo es volver al viejo esquema golpista que plantea simplemente cambiar personas (peor, solo al Ejecutivo) para no cambiar nada.

En el corto plazo, vemos que ya hay voces diversas en el Congreso que aceptan debatir la probabilidad de un adelanto de elecciones y de acuerdos mínimos que nos permitan no volver a lo mismo. Estamos abordando una tarea largamente postergada y seguro persistirán las resistencias, pero, con todas sus dificultades y contradicciones, hay una ciudadanía y un sistema de medios que no descansará hasta ver avances.

Fuerzas Armadas

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