Opinión

Fotocheck político de febrero

“Vladimir Cerrón. Con el problema Condori Castillo ya tiene un nuevo botón de muestra de lo que significa la influencia de Cerrón en Palacio. La presencia del médico brujo ha enemistado a Castillo con todos los médicos del país”.

Maricarmen Alva. Postulando la necesidad de una derecha más agresiva y articulada en el Congreso. Es decir una estrategia más sofisticada que la vacancia. Rápido se ha vuelto la figura política que el oficialismo de izquierda más odia. Sin duda influirá en las próximas elecciones internas de Acción Popular para las candidaturas municipales, alejando al partido del centrismo y empujándolo hacia la derecha, un viaje familiar.

Pedro Castillo. Andar sin sombrero no le sienta. Aún no sale del problema Valer; y ya está de pico y patas en el problema Condori, que es el de una politización y folklorización de la lucha contra el coronavirus. Las cifras lo mostrarán. Tendrá que hacer ese cambio de ministro de Salud, y de paso hará otros que se le ocurran. Todo con ancha base, por supuesto.

Vladimir Cerrón. Con el problema Condori Castillo ya tiene un nuevo botón de muestra de lo que significa la influencia de Cerrón en Palacio. La presencia del médico brujo ha enemistado a Castillo con todos los médicos del país. Ahora que le han dado más pelota, el gobierno de centroderecha se ha vuelto un “gobierno popular”.

Hernán Condori. Rápidamente se ha vuelto el epicentro del pulseo Castillo-Cerrón. Hace largas horas que ha superado el tiempo en el cargo que justifica su hoja de vida. Importantes sorpresas irán apareciendo por el camino, reforzando las que ya aparecieron. Un verdadero festival de la charlatanería médica con terno y corbata.

Verónika Mendoza. Perdió soga y cabra. ¿Cuál fue su culpa? Tener buenos cuadros en sus filas. Reponiéndose de la puñalada de Castillo, que hasta el final le hizo creer que el cambio ministerial beneficiaría a Nuevo Perú, o al menos le cuidaría el espacio ganado. Ahora le tocará a ella soportar la embestida de un Cerrón lanzado a reemplazar a toda costa a lo que él llama caviares, léase competidores.

Aníbal Torres. El juego se le volvió otro, mucho más complicado que simplemente defender a Castillo. Ahora Torres ya no sabe a quién le debe su nuevo cargo, a quién obedecer, en suma. Una perfecta invitación a la parálisis política. Pero ya le irán llegando instrucciones bastante precisas que le aclararán las cosas.