Candela Rodríguez-Lamas (*)
A menudo se cree que aquellas personas que se oponen a las vacunas lo hacen porque poseen escasa información o una menor formación educativa. Sin embargo, olvidamos que nuestro ecosistema informativo está conformado por una mezcla compleja de agentes que condicionan la información que tomamos como referencia y la manera en cómo finalmente nos comunicamos. Algunos de estos agentes son las emociones, los intereses, las filiaciones políticas, e incluso el credo.
Para Claire Wardle y Hossein Derakhshan, investigadores de la Universidad de Harvard, todos nos encontramos inmersos en un ecosistema desinformativo compuesto por actores, motivaciones y categorías que generan desinformación. En ese sentido, se puede decir que el problema central no es el consumo de información falsa sino las relaciones humanas que le dan vida a ese ecosistema, y lo que nos motiva a comunicarnos con otros.
Profundizando en esas motivaciones, Wardle y Derakhshan señalan que existen distintos motivos para producir y difundir información que desinforma. En primer lugar, se encuentran las acciones que no constituyen un acto deliberado de desinformar como un reportaje periodístico poco riguroso y la parodia o sátira. Y en segundo lugar, identifican los actos de desinformación deliberados que se apoyan intencionalmente en la manipulación de la información. Una de las características de este segundo grupo es que su actividad está ligada a razones que pueden ser pasión (ejemplo: religión), partidarismo, lucro, influencia política o la provocación.
De esta manera, frente a un ecosistema desinformativo compuesto por actores con intereses particulares, nos preguntamos, ¿qué impacto tiene esta situación en nuestra sociedad? Este fenómeno se traduce en conflictos concretos, como la negativa a presentar el certificado de vacunación de covid-19 al momento de ingresar a establecimientos públicos y privados en todo el país.
Esta problemática se puede analizar desde dos puntos de vista: el emocional y las inclinaciones políticas.
A nivel emocional, la investigadora Maggie Ryan Sandford, afirma que para los seres humanos las emociones son más relevantes que los datos verdaderos/hechos (facts en inglés). Por ejemplo, hay individuos que tienen temor a viajar en avión a pesar que las estadísticas corroboran que corren menos riesgo en un viaje aéreo que viajando diariamente en automóvil. El temor no es siempre racional y por ello a pesar de contar con miles de fuentes de información verificada y confiable, la opinión de muchos —ya convencidos de que la vacunación no es eficiente— no cambiará fácilmente.
En ese sentido, se debe tener en cuenta que las emociones son parte del sistema de creencias de cada persona. Normalmente, si un individuo se enfrenta a información nueva que pone en tela de juicio todo aquello en lo que cree, se generan nuevos sentimientos de incertidumbre y miedo. Para contrarrestar esas emociones los sujetos buscan argumentos que confirmen lo que piensan mediante el consumo de información que los valida. Los expertos en comportamiento humano califican a este fenómeno como sesgo de confirmación.
En cuanto a las motivaciones políticas, Federico Germani y Nikola Biller-Andorno, de la Universidad de Zúrich, señalan que las opciones políticas juegan un rol importante en la decisión de vacunarse o no. Así, los individuos que no confían en los políticos que promueven la vacunación o medidas como la necesidad de presentar el certificado de vacunación para acceder a distintos locales cerrados, tienden a alinearse con una visión política más extremista. En el caso del Perú, aquellos que no están de acuerdo con las disposiciones del Estado ante la pandemia son también los que apoyan y difunden información de políticos y/o medios opositores al gobierno.
Asimismo, uno de los principales argumentos de aquellas personas en contra de presentar el certificado de vacunación para ingresar a espacios cerrados es la restricción de la libertad, ¿libertad a qué? A no presentar la documentación o a no vacunarse. Además, alegan que se trata de una situación de discriminación y no de salud pública. Los ideales de libertad sin duda están ligados a una visión política, sea consciente o no, y tiene portavoces políticos establecidos.
Es importante analizar el consumo de información desde un profundo conocimiento de las audiencias y los productores del contenido informativo, pues el resultado puede dar luces de relaciones complejas que esconden motivaciones, intereses y emociones. Quizás estos posibles descubrimientos permitan idear nuevas formas para hacerle frente al problema de la desinformación y romper el círculo en el que se envuelve el ecosistema desinformativo.
(*) Miembro del grupo de investigación “Cultura, medios y poder” – Universidad Antonio Ruiz de Montoya.
Redacción La Periferia es el Centro. Escuela de Periodismo - Universidad Antonio Ruiz de Montoya (UARM).
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