Un día como hoy, hace 40 años, un diario en estilizado formato berlinés en rojo y negro, con isotipo consistente en una silueta femenina que representa a la república, hizo su aparición en el mercado peruano.
Desde el primer momento, audaz en el enfoque, el lenguaje, la postura y la propuesta. Un diario para todos, en especial para los de abajo. Los maestros, los obreros, los estudiantes, las clases medias y en particular para una intelectualidad crítica que buscaba marcar su identidad progresista alejada de los tradicionales polos, forjando un rostro nuevo para la política, la economía, el deporte y el entretenimiento.
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Era un país en ebullición. Donde empezaban a sonar los primeros bombazos senderistas, pero en donde también se daban rápidos pasos hacia la industrialización, el crecimiento de las ciudades, el abandono del mundo rural y la presencia de cada vez más mujeres en universidades y empleos.
Para ser el testigo de la nueva época, historiador de la cotidianeidad, reportero de los buenos y malos momentos, llegó La República. Su nombre y su historia están indesligablemente vinculados a Gustavo Mohme Llona, director fundador. Ambos narraron y protagonizaron una parte de la historia política contemporánea. Hicieron periodismo y política, con valentía y transparencia, en un tándem que hasta hoy nos enorgullece.
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Una portada en blanco, en homenaje a los millones de hombres que perdían libertades con el golpe de Alberto Fujimori, en 1992; encendidos debates en el Congreso, donde el congresista Mohme se batía como un león contra el oprobio en marcha. Y La República iba marcando la agenda, construyéndola en realidad, elevándose como un campeón de los derechos humanos, un defensor de los sin voz.
Y así llegamos hasta hoy, con la misma fe en los peruanos y en un mejor mañana. Fortaleciendo la democracia, defendiendo valores como la verdad, la libertad, la justicia y la igualdad. Porque tenemos un norte, que es el Perú, y un destino común. Y porque son 40 años de persistente periodismo de calidad por una república superior.