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Vuelo a ninguna parte

La elección ya está jugada, y ya Fujimori no tiene nada que perder allí con el estilo de López Aliaga al lado.

Lo mejor que podrán conseguir los emisarios de la dupla Fuerza Popular-Renovación Nacional en Washington serán unas frases de apoyo a su denuncia de un supuesto fraude electoral en el Perú. Ellas vendrán, claro, de un par de figuras del trumpismo, que piensa lo mismo de la pasada elección en EEUU, y siempre está dispuesto a mancharle la pechera a Joe Biden en cualquier tema.

Los viajeros forman una pareja extraña, pues en una reciente declaración Keiko Fujimori toma distancia de las incitaciones a la “violencia física y verbal”, en alusión al movimiento de Rafael López Aliaga. Divorciándose en el Perú, juntos en Washington, pero quizás el viaje expresa que todavía hay intereses comunes. Los hay, pero no se sabe cuánto van a durar.

Evidentemente FP y RN comparten un interés por desmontar en última hora a Pedro Castillo de su victoria. En esta aspiración no están solos, si bien probablemente ninguno piensa que sea posible voltear la elección. A estas alturas ya es bien difícil discernir cuál partido está incitando a esas formas de violencia, y cuál no.

Quizás debamos verlo como la competencia entre dos ambiciones personales y dos maneras de hacer política, de donde saldrán dos formas de enfrentar al gobierno de Castillo. La cuarta campaña presidencial de Fujimori será un remake de las anteriores. La segunda de López Aliaga será una suerte de guerra social en el modelo de ultraderecha que recorre el mundo.

La elección ya está jugada, y ya Fujimori no tiene nada que perder allí con el estilo de López Aliaga al lado. Lo que le debe estar molestando realmente es la posible eficacia de este nuevo rival en los tiempos que vienen. También puede estar sospechando que la proximidad de esa derecha dura es parte de lo que le ha hecho perder la elección.

Pero si FP y RN han ido juntos a Washington, es porque ambos ven su futuro político vinculado a la insistencia en la ilegitimidad del nuevo gobierno. Una campaña que va a durar cinco años, y que cada partido manejará a su manera. No importa que los emisarios vuelvan con las manos vacías. Los hechos mismos son la menor de sus preocupaciones.

La República

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