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Pelear contra un chancho

“La política pasa por uno de los momentos más sucios de su historia, y lo que viene será más de lo mismo. Nos toca hacer bien nuestro trabajo, preservar lo que valga la pena de estos doscientos años”.

Reza un dicho: “Si te peleas con un chancho, lo seguro es que los dos van a terminar embarrados. La diferencia es que el puerco lo va a disfrutar.” En una interesante entrevista reciente concedida a La República, Juan de la Puente observa, ante la pregunta que le formula Raúl Mendoza, que en el Perú de hoy hay una política brutal. Y comenta: “Me parece que se insulta no porque no se tenga ideas. Sino porque se tiene nuevas ideas. Y esa idea es aniquilar al enemigo.”

Coincido con la caracterización de un momento prefascista, en una creciente atmósfera de violencia verbal en la política. Ciertos candidatos hacen de la virulencia su estrategia de campaña. Otros son más mesurados, pero sus trolls en las redes sociales se encargan de contraatacar con la ferocidad que no muestran los o las candidatas.

En lo que discrepo es en llamar ideas a esta política gobernada por los afectos. Más precisamente, a los afectos que corresponden a lo que el psicoanalista André Green denominaba el trabajo de lo negativo. Esto nos remite a los niveles más primarios del aparato psíquico. La extrema polarización, aquella división maniquea entre buenos y malos, difícilmente ingresa en el mundo de las ideas. A lo más, constituye una representación: quiero aniquilar a mi enemigo porque lo odio y le tengo miedo.

Lo que se observa, por el contrario, es una escasez de propuestas articuladas. Y aquellas que existen, no obtienen mayor eco. A decir verdad, las mentiras y la violencia dominantes en el escenario, tampoco. Las encuestas muestran un interés exiguo por parte del electorado. La extrema desesperanza en que vivimos el día a día socava cualquier intento de propuesta sensata. Esto azuza a los extremistas y mentirosos, quienes ven en el río revuelto de la pandemia sin vacunas, oxígeno o camas, aunada a la despiadada crisis económica, su oportunidad.

Para los profesionales de la salud mental, como el suscrito, toda esta situación es un peligroso caldo de cultivo de patologías clásicas y novedosas. El lodazal de este huaico de injurias y falsedades, violencia y emponzoñamiento, exige respuestas ante la urgencia. Cuidar, escuchar, ayudar. La política pasa por uno de los momentos más sucios de su historia, y lo que viene será más de lo mismo. Nos toca hacer bien nuestro trabajo, preservar lo que valga la pena de estos doscientos años. Ya vendrán tiempos mejores.

La República

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