Durante la Colonia, la vida económica de Lima se centraba en la actividad mercantil. El Callao constituía el centro de la actividad comercial del Pacífico, desde allí se realizaba la importación y exportación de mercancías que se almacenaban en grandes bodegas. En el puerto se situaba el Tribunal del Consulado, órgano fundado en 1593, que reunía a los mercaderes y navieros y constituía la mayor corporación empresarial del virreinato.
En 1820 este poderoso gremio atravesaba su mayor crisis económica por el declive de la actividad mercantil. Este proceso comenzó luego de la creación del virreinato de Río de la Plata en 1777, que abrió el comercio de la América del Sur al Atlántico, y se profundizó con el decreto del libre comercio dado por Carlos III.
En Lima, la élite estaba compuesta por una aristocracia cuya riqueza provenía mayormente de actividades mercantiles y por grandes comerciantes criollos y peninsulares. Existía también una gama amplia de pequeños comercios: los tenderos, que eran puestos de abastos ubicados en la plaza Mayor y calles vecinas; las pulperías, donde se vendían productos diversos; los tambos, que abastecían vinos y aguardientes; y tiendas especializadas según productos: panaderías, pescaderías, etc.
Estos pequeños negocios competían con el comercio ambulante, que pregonaba sus mercancías por calles y plazas. Informalidad e ilegalidad ya eran parte de la escena comercial limeña.
El cerco que San Martín le impuso a Lima, para presionar a los realistas a rendirse, impedía el flujo comercial por mar y tierra. Esto agravó la crisis y la moneda llegó al nivel más bajo que se hubiera visto. Durante la gesta emancipadora, gran parte de este grupo de comerciantes mantuvo su fidelidad al rey.
Sin embargo, luego de la independencia, la élite comercial intentó levantar un arco en homenaje a la patria. Probablemente, una forma de buscar conciliar, o salvar, sus intereses frente al nuevo poder instituido.
Ref. bibliográfica: Alberto Flores Galindo (1991) La ciudad sumergida. Aristocracia y plebe en Lima, 1760-1830.
Los artículos firmados por La República son redactados por nuestro equipo de periodistas. Estas publicaciones son revisadas por nuestros editores para asegurar que cada contenido cumpla con nuestra línea editorial y sea relevante para nuestras audiencias.