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Compulsivamente Vizcarra

En la misma lógica de lanzar fuegos artificiales cuando le es necesario (otro: expropiación de clínicas), Vizcarra acaba de poner en riesgo otras prioridades de su gobierno.

Por: David Rivera del Águila, columnista invitado

Esta opinión no es sobre el caso Richard Swing. Tampoco sobre las acusaciones de coimas cuando era gobernador. Es sobre la gestión de la pandemia. Aunque en su conjunto muestran un hábito. Veamos.

La vacuna contra el COVID-19. El 20 de agosto Martín Vizcarra afirmó que estaría disponible para el Perú entre el último trimestre de este año y el primero del 2021, cuando era claro que no sería así. El 4 de octubre volvió sobre el tema: afirmó que sería en el primer trimestre del próximo año y que comenzaría a aplicarse en orden de prioridad, en la que se incluía a los miembros de mesa de las elecciones.

El estado de la pandemia. El 30 de agosto Vizcarra afirmó: “Estoy seguro de que estamos en la etapa final, que poco a poco este tema se va a controlar… con la campaña (de comunicación) que estamos realizando… vamos a lograr el objetivo”. Y el 6 de setiembre, que estamos en la fase final, pero “no es que acaba mañana… tomará varios meses”.

Un mes después, la ministra de Salud, el primer ministro y un informe de EsSalud advertían del inicio de la segunda ola. Para entonces, mientras que Vizcarra y el premier Martos deslizaban que no sería igual de fuerte dado el nivel de contagios de la primera, Mazzetti hablaba de escenarios y EsSalud incluso de la posibilidad de que tuviese el mismo impacto que la primera.

Retorno a las aulas. El 4 de octubre Vizcarra señaló que creía que el próximo año se iniciaban las clases presencialmente. Al día siguiente: “Si tenemos una pandemia que está a la baja, y si desde el primer trimestre se aplica la vacuna, entonces se puede garantizar que el 2021 empezarán las clases presenciales con protocolos”.

Pero la vacuna no estará disponible para entonces. Él lo sabe. ¿Es posible que la curva de muertes (contagios) esté a la baja? Quién sabe. Pero hay algo que sí sabemos: para que eso suceda, necesitamos sostener políticas de distanciamiento social. Por esa razón se entiende el dilema respecto al acceso a las playas, pero ¿cómo comprender la reapertura de iglesias cuando se buscan otros objetivos prioritarios como el regreso a las aulas?

Las tablets. Solo un ejemplo de inicios de la pandemia. Vizcarra anunció en abril la compra de 840.000 tablets. La opinión técnica del Ministerio de Educación no lo apoyaba. Se advirtió que no solucionaría el problema y que no sería sostenible. ¿Por qué? No solo existía la dificultad para adquirirlas, tampoco estaba resuelto ni el acceso a energía e internet, ni la capacitación a docentes, ni el soporte técnico posterior. Por ejemplo, recién a fines de setiembre el gobierno otorgó recargas de internet para docentes. De ahí que el equipo técnico de Minedu presentase alternativas que consideraban la realidad del Perú. ¿No hubiese sido más efectivo y eficiente fortalecer el contenido de Aprendo en Casa para TV y radio? El riesgo ahora es que no sea solo un año perdido, sino dos, principalmente para los más vulnerables.

Cierre. En la misma lógica de lanzar fuegos artificiales cuando le es necesario (otro: expropiación de clínicas), Vizcarra acaba de poner en riesgo otras prioridades de su gobierno. Luego del primer intento de vacancia, el Ejecutivo quedó en mejor posición frente al Congreso. Como Acción Popular y Alianza para el Progreso quisieron lavarse la cara, cambiaron de postura frente al Ejecutivo y sobre su apoyo a algunas iniciativas y dictámenes. Pero el domingo pasado, para distraer la atención, Vizcarra dijo algo que había evitado antes: que AP y APP le pidieron postergar las elecciones. Así, la búsqueda de consensos desde la PCM y el MEF con dichas bancadas volvió a fojas cero.

Si las recientes acusaciones contra Vizcarra se confirman, terminaremos cayendo en cuenta de que incluso su lucha contra la corrupción fue solo su manera de entender la política como el arte de la performance. Funciona para las encuestas, no para encaminar un país.

La República

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