¿Resurrección naranja?

Dada esa circunstancia, no le sería difícil al keikismo cosechar en esos terrenos fértiles, que a la fecha carecen de operadores efectivos.

No debería causar sorpresa que como consecuencia del reseteo electoral que se va a producir por la conjunción de la crisis económica, social, sanitaria y política en curso, ocurra el resurgimiento de Keiko Fujimori y Fuerza Popular para las elecciones del 2021.

Por lo pronto, según todas las encuestas mantiene plena vigencia. La última medición de Ipsos la coloca en 6%, en el pelotón delantero de opciones. Y lo mismo sucede con la encuesta del IEP, en la que si bien aparece con un bajo 2.8%, igual está en el grupo de líderes, donde solo se despunta significativamente el improcedente Martín Vizcarra.

Si el keikismo logra recuperar el espacio de centro popular que lo identificó en los 90, cuando logró mezclar exitosamente ortodoxia macroeconómica con progresismo social y populismo micro, podrá volver a las ligas mayores, probablemente repetir el protagonismo de las dos últimas elecciones en las que disputó la segunda vuelta y, dependiendo del contendor, quizás llegar a la Presidencia de la República.

Ese centro, que hoy ha logrado capturar el vizcarrismo en varias manifestaciones, está en curso de orfandad. Salvador del Solar ha decidido no participar en las elecciones, Julio Guzmán ha sufrido una dura mella personal y aunque últimamente se ha mostrado más activo, se ve difícil que pueda remontar la pendiente que ya en la elección parlamentaria de principios de año lo mostró débil, y al actual alcalde de La Victoria, George Forsyth, hoy aupado por las encuestas, no se le ve el empaque partidario y colectivo suficiente para aguantar una campaña virulenta como va a ser la venidera.

Dada esa circunstancia, no le sería difícil al keikismo cosechar en esos terrenos fértiles, que a la fecha carecen de operadores efectivos. Dependerá, en gran medida, de lo que su lideresa haga o deje de hacer. Desde ya, teniendo poco tiempo por delante, debería haber comenzado el azaroso proceso de migración hacia ese centro perdido.

Inexplicablemente, guiada de las narices por su afiebrado entorno de asesores, Keiko Fujimori creyó que su mandato era derechizar la herencia fujimorista, acercándola a predios ultraconservadores que el fujimorismo auroral nunca había tenido. Nadie le podría exigir al keikismo que se vuelva un centro acomedido y mesurado, que la tosquedad es marca de fábrica y sello indeleble del fujimorismo histórico y del keikismo vigente, pero sí un centramiento de posturas programáticas. En su caso, sería un retorno a posiciones que aún identifican al movimiento en términos del imaginario popular.

Y en esa perspectiva, su reiterada apuesta por la mano dura y la estabilidad macroeconómica, más que perjudicarla, le podrían generar bolsones ciudadanos importantes de mucha gente que ve con preocupación al advenimiento del desorden callejero y el populismo rampante.

Si el Poder Judicial no saca de la contienda a Fuerza Popular –cosa que ojalá no ocurra–, se asoma como protagonista, más allá del esquivo aplauso que le pueda brindar el establishment mediático o quizás en alguna medida gracias también a esa desatención: hasta en eso podría reeditar viejas jornadas disruptivas.

-La del estribo: dos muy buenos documentales en Amazon Prime. Citizen K, muy actual si se trata de entender cómo funciona el poder en la Rusia de Putin (quien tiene una legión de admiradores “liberales” en el Perú), y King Leopold´s Ghosts, sobre el terrible destino histórico de la República Democrática del Congo, desde los tiempos coloniales belgas hasta la actualidad.