Bienvenidos a casa

“El fondo favorito es una biblioteca, propia o tomada de alguna parte (es fácil distinguirlas), natural en un escritorio o un guiño al status cultural del participante.”

La pantallita es el nuevo paisaje. Hay sitio para un rostro y lo que hay detrás. Inevitablemente muestra el mínimo fragmento de un domicilio. Algunos de esos segundos planos han sido cuidadosamente producidos, otros son descarnadamente espontáneos, según la naturaleza de la reunión. Con el paso de los minutos, este fondo nos va atrayendo más.

Con el boom del Zoom ha aparecido en la red una oferta de imágenes virtuales como fondo de pantalla. “Para una conversación sin distracciones” propone una de estas empresas. En estos tiempos también sirven para ocultar lo que le puede pasar a un hogar luego de semanas de confinamiento familiar. Se va multiplicando la escenografía de la comunicación digital.

El fondo favorito es una biblioteca, propia o tomada de alguna parte (es fácil distinguirlas), natural en un escritorio o un guiño al status cultural del participante. El peligro de los libros fake es que, si bien pueden convertir una cocina en una biblioteca, también pueden aparecer detrás más de un rostro, incluso en una misma conversación. Esto revelaría el juego y crearía una incómoda atmósfera de pastiche.

A la vez, los libros detrás del rostro son lo que más distrae. Siempre va a haber una natural curiosidad respecto de qué ha leído y puesto en estantes nuestro interlocutor, o no. ¿Qué pensar de una sospechosamente larga fila de autores clásicos griegos y latinos? Con el tiempo hemos ido aprendiendo a desconfiar de las estanterías muy ordenadas, en pantalla y también presenciales.

De otro lado vienen apareciendo consejos prácticos para ubicarse frente a la pantalla en la cuarentena, y estos ciertamente incluyen no permitir que se vea a familiares en actividades o indumentaria muy casera al fondo. Para el hombre en los negocios, por ejemplo, se recomienda un saco, pero se estima que usar corbata es excesivo.

A medida que se va imponiendo, la pantallita empieza a volverse molesta para algunos, y comienzan algunas resistencias. Los telecatedráticos comentan que algunos alumnos prefieren apagar su video y quedarse en audio. Como si no quisieran mostrar un fragmento de su casa, el estado de su piyama, y consideraran la mirada del profe una intromisión.

Un buen fondo, impostado o simplemente bien elegido, es un hervidero de mensajes subliminales acerca de nosotros mismos. Hay que escoger bien esos libros. Alguien va a terminar comentándolos.