La popularidad del presidente está hoy por debajo del 20% y ya que indultó a Fujimori convencido por cifras (infladas, desde luego), hoy debe ver con preocupación cómo ha ido evolucionando la percepción popular de su jugada táctica de tan pobre criterio político: para él, muy mal. Y de reconciliación, nada. Cero. Es un concepto que ni él ni su premier entienden, queda claro. Pero bien podría llamar PPK a su amigo el presidente Juan Manuel Santos, para preguntarle qué quiere decir la bendita palabra, qué significa y qué supone eso de reconciliar. Colombia viene viviendo desde el inicio del primer mandato de Santos un complejísimo proceso de reconciliación nacional diseñado por especialistas de todos los rincones del mundo y cuyo gran gesto central -la firma del acuerdo de paz con las FARC, evento al que PPK asistió- fue resultado de un largo camino de inmensas dificultades y acciones concretas: sinceros pedidos de perdón de miembros de las FARC; sesiones de escucha en las que sentaron a autoridades militares con comunidades golpeadas por la violencia del Estado; actividades diseñadas para la reconstrucción de la memoria histórica y la difícil tarea de instalar el concepto de reconciliación en una sociedad dramáticamente dividida, entre otras. PPK no hizo ningún esfuerzo, no diseñó ninguna política pública, ni tuvo un solo gesto con las víctimas de la violencia que vivió nuestro país. Él directamente vio que su pellejo estaba en riesgo e indultó. Le enseñaron cifras truchas sobre cuán bien le iría indultando y, sin dudarlo, él engañó y traicionó a quienes lo llevaron al poder y a quienes pusieron el pecho por él cuando quienes hoy lo rodean como carroñeros le exigieron renunciar. ❧