Como en todas las campañas políticas que consiguen encender al tocar fibras de resonancia en la ciudadanía, se empoderan de pronto grupos de voluntarios y activistas que echan a andar su creatividad y esfuerzo para hacer su propia versión (desde la calle y desde las redes sociales) de la campaña. No importa quien sea el publicista a cargo de la campaña, lo que ocurre en las calles toma vida propia. Es incontrolable. A mí nunca ningún publicista me ha dicho lo que tengo que hacer o decir en ninguna de las dos campañas políticas en las que he llamado públicamente al voto. Ni durante mis días de voluntariado por el NO a la revocatoria ni desde el escenario del mitin de cierre de campaña de PPK. Verán, nunca he trabajado para campañas políticas, pero sí he puesto el corazón en dos y por ello me siento orgulloso, pues ahí defendíamos no candidaturas sino principios. Porque ahí el voto tenía que ver no con nombres propios, sino con el tipo de país (o ciudad) que queríamos ser. Porque Pedro Pablo Kuczynski y Susana Villarán, en esos dos contextos, representaban aquello en lo que muchos creemos. Y si tengo que volver a hacerlo, lo haré, con la misma convicción, con la misma entereza y con la absoluta entrega con la que me gusta pelear por aquello en lo que creo. Estamos viviendo la que podría ser –si conseguimos se preserve la autonomía del Ministerio Público– una necesaria purga en nuestra clase política. Asegurémonos de que sea en serio y a fondo. Habrá decepción. Pero traerá cambio. Será difícil, pero es necesaria. ¡Frente en alto! ❧