Los hechos detrás de las sentencias italianas contra Richter y Morales Bermúdez. ¿Estuvo en el Plan Cóndor el gobierno militar peruano? Un secuestro en Lima, una entrega en Bolivia, un cadáver en Madrid.,Pese a décadas de investigaciones, jamás se pudo determinar quiénes vinieron de Buenos Aires a Lima a secuestrar a un grupo de montoneros argentinos en abril de 1980, a tres meses de que el gobierno militar entregara el poder al presidente que sería elegido en mayo, Fernando Belaunde Terry. Se sabe que eran militares y que llegaron en un avión propio. Trajeron consigo a un detenido, con cuya información se proponían detener a un grupo que estaba en Lima. Ni el gobierno ni el Ejército peruanos admitieron que estos militares argentinos participaron en un operativo de captura en Miraflores ni que usaron instalaciones oficiales para torturar a una detenida. Pero como el secuestro tuvo ribetes inesperados y finalmente escandalosos, una parte de lo que ocurrió aquí se supo. PUEDES VER: Presentan a inscritos que aspiran a jefaturar la ONPE Por entonces Lima era una zona de refugio de numerosos montoneros, quienes realizaban actividad clandestina y tenían relación con varios partidos de izquierda locales, entre ellos el Partido Socialista Revolucionario. Desde 1976, Jorge Rafael Videla había desarrollado una dictadura en la que la mayoría de montoneros fueron muertos o secuestrados. Bajo tortura, uno de los detenidos había dicho que debía viajar a Lima para reunirse con miembros de la organización. Esto fue lo que indujo a sus captores a planear un secuestro a lo grande en Perú. Cacería en Lima Fue una relación de Ejército a Ejército. El comandante general en el Perú era Pedro Richter Prada y en Argentina Leopoldo Galtieri. Según declaró Richter para mi libro, Muerte en el Pentagonito, el gobierno tomó la decisión de deportar a un grupo de subversivos argentinos que había ingresado ilegalmente al país, cuya presencia fue reportada por el agregado militar en Lima del régimen de Videla, a la sazón Manuel Saint Amant. Richter, quien también era ministro de Guerra y Primer Ministro, negó que hubiera habido una operación militar conjunta peruano-argentina. Pero de acuerdo con un testimonio de alguien que presenció las capturas, el suboficial del Ejército Arnaldo Alvarado, los hechos no indicarían otra cosa que una acción militar asociada. El detenido, Federico Frías, vino con un equipo de militares argentinos, entre los cuales había un jefe y un oficial médico. Su avión se estacionó en el Grupo 8. Frías debía reunirse con su contacto en el Parque Kennedy, llevando una revista Caretas de la semana bajo el brazo. En los preparativos, le había sido atado con un lazo de nylon, por debajo del pantalón, un testículo al dedo gordo del pie opuesto. En la calle, donde debía caminar solo, cojearía y no podría huir. La zona del encuentro en Miraflores estaba sembrada de militares argentinos y de agentes del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE). Frías, sin embargo, logró deshacerse del cordel y corrió con todas sus fuerzas por las calles de Miraflores, seguido de un mastodonte argentino que era su guardián. Intervinieron policías y ambos terminaron en una comisaría. El operativo abortó, pero los militares argentinos, apoyados por el Ejército local, lograron recuperar a su prisionero. Tres secuestros Resultó que la cita verdadera era al día siguiente, 12 de abril, y no el 11, como inicialmente Frías había dicho, para no entregar a sus compañeros. Lo confesó tras ser recapturado, ante la perspectiva de una ejecución inmediata. El segundo operativo fue exitoso, y los militares capturaron a su contacto, María Inés Raverta, de 24 años, quien después de torturas reveló el paradero del resto. Esa noche los militares irrumpieron en un departamento en la calle Berlín, en Miraflores, y secuestraron a María Esther Gianetti de Molfino, de 55 años, y a Julio César Ramírez, de 32. Pudieron haber sido más. No hacía mucho allí mismo había terminado una reunión política. De acuerdo con Roberto Perdía, segundo en la jerarquía de Montoneros, en Lima se celebraría por entonces una reunión de coordinación. Por su parte, los agentes peruanos del SIE recibieron la información de que los argentinos habían venido a preparar un atentado contra Videla cuando viniera en julio, para la transmisión de mando. “Imposible”, me dijo Perdía en Buenos Aires, veinte años después. “Lima era un lugar de tránsito y reuniones. Además, ya no hacíamos acciones armadas desde 1979”. El misterio mayor, sin embargo, es lo que ocurrió después con los secuestrados. Lo acrecienta el insólito destino final de Gianetti: apareció muerta varias semanas después, en un departamento de Madrid. Asesinada en España En Lima se armó un escándalo porque los secuestros fueron denunciados con estrépito por la izquierda peruana. El Ministerio del Interior publicó un comunicado diciendo que expulsaría a un grupo de extranjeros que habían ingresado ilegalmente. El presidente Francisco Morales Bermúdez aduce no haber sido informado por Richter de que los montoneros serían entregados a Bolivia, donde los militares tenían más poder que la presidenta Lidia Gueiler. “Yo los hubiera deportado a México”, dijo, en una entrevista para mi libro. Dijo lo mismo a Fernando Vivas, en entrevista publicada por El Comercio el domingo pasado. A su vez, Richter asegura que fueron entregados vivos.Conservó unas fotos tomadas en Desaguadero, junto con un certificado de Migraciones de Bolivia que da fe del ingreso, en calidad de extrañados, de Gianetti, Raverta y Ramírez. Frías desapareció, y podemos presumir que quienes lo trajeron se lo llevaron de regreso. Nunca más se supo nada de él, lo mismo que de Raverta. En julio de 1980 Gianetti fue hallada muerta en un hotel de Madrid. La probable causa fue “intoxicación”. Había huellas de Julio César Ramírez por todas partes, y un pasaje aéreo en Varig que ella habría usado para venir desde Brasil. Los militares argentinos pudieron sugerir que Gianetti estaba en libertad y que fue asesinada por uno de los montoneros. Quizá ella creyó que la liberarían. De otro lado, se ha sugerido que Ramírez nunca llegó a España, y que solo sus dedos fueron empleados para sembrar con sus huellas la escena final. En diciembre de 1980, en Bolivia circuló la versión de que Raverta y Ramírez no habían sobrevivido a las torturas en La Paz. El plan cóndor Un tribunal romano sentenció a Morales Bermúdez por crímenes ejecutados al amparo del Plan Cóndor, un acuerdo contrasubversivo de las dictaduras del Cono Sur. Varios investigadores sostienen que los militares de Perú también participaron junto con sus pares de Chile, Argentina, Paraguay, Uruguay, Bolivia y Brasil, con la aquiescencia de los Estados Unidos. Morales Bermúdez y Richter dijeron que por entonces era impracticable ningún acuerdo militar con Chile. Tiendo a creer lo mismo. Habrá que ver los fundamentos de la sentencia italiana, que por el momento se desconocen.