Rafo León. Periodista. Pocas veces he visto tanta prensa junta, en serio, quizás solo Caracol. Aparte desde luego de decenas de amigos, mis hermanos y otros parientes y mis carnalitos del Facebook. Al principio hubo cierta tensión porque no querían que entrara la prensa, salvo la escrita. A la hora en punto empezó la sesión. Fueron cuarentaicinco minutos de lectura de una sentencia redactada por Tarzán de los monos, incomprensible. Hasta que llegó la sentencia misma: la jueza se reserva la expresión de dicha sentencia y la condiciona a que yo en un año me desempeñe con un comportamiento ejemplar, que vaya al juez cada mes, que públicamente no sea irrespetuoso y así. La vaina es que con esa sentencia queda una espada de Damocles sobre mi cabeza, pues la jueza, o cualquiera, puede considerar que algún escrito mío es difamatorio, y ahí sí me condenan. Y ojo, esto no es una amenaza solo contra mí: lo es para todos los periodistas, por el precedente. Además, me obligan a una reparación civil de seis mil soles. Esto es del todo absurdo. MMMQ argumenta daños morales, psicológicos, económicos, poco menos que debido a mí. "Ella está de cualquier cosa y su hijito de mendigo", como dice el valse... y debo pagarle una suma irrisoria. Durante la lectura yo me iba enfureciendo y cuando la jueza me pidió manifestar mi acuerdo o desacuerdo con lo leído, me salió el León Bravo y le dije con una enorme energía que salvo ella, que habita una isla, todos los peruanos vivimos en democracia. Me quiso hacer callar pero yo seguí, hasta que mi abogado me tuvo que sacar. Como de todas maneras hay en todo esto una vulneración de la libertad de prensa, se me ocurrió espontáneamente quitarme la corbata negra que llevaba y lanzarla a la gente con la idea de que hagan un crespón, por el Día de la Libertad de Expresión, un día muy malo en el Perú. Mi agradecimiento sin límites a todos ustedes, con quienes he compartido un abanico de sentimientos y de raciocinios que solo me ha enriquecido. Vivan las redes sociales.