La paradoja es que a pesar de la reducción de la pobreza, el crecimiento de la clase media y la diversidad de obras realizadas, el malestar por el “modelo económico” o por el “sistema democrático” se ha expandido, tanto como han crecido los vulnerables del Perú y la región. Entre los pobres y la clase media del Perú y América Latina, se encuentra un estrato social que algunos denominan “clase vulnerable”. Los vulnerables son más, muchos precarios y en peligro de volver a ser pobres. De acuerdo con un informe del BID (Pobreza, vulnerabilidad y clase media en América Latina, 2015) sus ingresos varían de 4 a 10 dólares diarios per-cápita; 14 a 33 soles por día; 336 a 726 soles mensuales. Una familia de 4 miembros con ingresos de 1.344 a 2.900 soles es vulnerable. Sus ingresos los reproducen, pero no los hacen prósperos o felices siempre. Han salido de la pobreza monetaria, pero por decrecimiento económico o situaciones inesperadas de crisis pueden volver a ser pobres o no ascender a la clase media. En el 2000 los vulnerables representaban el 23% de peruanos; en el 2013 son el 40,5%. Mientras que la clase media, más consolidada y estable, es más del 26% de peruanos. Y si bien la pobreza a esa fecha es menor a 30%, es importante tener presente que si sumamos pobres (moderados y extremos) y vulnerables podemos proyectar que casi el 70% de peruanos tiene ingresos hasta 750 a 800 soles mensuales (existiendo pobres con menos ingresos o sin ingresos). Pueden crecer los ingresos, pero las necesidades y carencias de los vulnerables se mantienen (informalidad, hogares sin saneamiento, sin títulos, etc.). Cuando se definen metas de reducción de la pobreza a 10% o 15%, podríamos caer en la idea que todos los “no-pobres” han transitado hacia la clase media y dejan de ser tema de agenda pública. Nos envuelve un optimismo en el que “todos somos clase media” y que “al medio hay sitio”. Ese entusiasmo sesga frecuentemente a decisores, diseñadores de políticas sociales, políticos, tecnocracias y analistas. Caemos en una “focalización” injusta, dejando de generar mercado y hacer políticas creativas para comerciantes emergentes (tributación flexible), microempresarios o independientes de subsistencia (tecnología), juventudes no calificadas (capacitación). Se necesitan políticas, programas o proyectos, información y otras intervenciones creativas para promover a esa nueva mayoría que son los vulnerables. Un peruano que tiene ingresos de hasta 750 soles mensuales difícilmente confiará en el modelo económico, el Estado, la democracia y la política. Los vulnerables made in Perú necesitan con urgencia nuevas políticas y políticos que los expresen creativamente.