1. Alan y las encuestas. Todos los analistas yerran con Alan García en sucesivas elecciones. En el 2001, el inicial 5% era explicado por los resultados del primer gobierno y se acusaba a Alan García de no sintonizar con el país de más mercado y más pobreza del postfujimorismo. Aquel año, Alan García pasó a pasó a la segunda vuelta y con una semana más de campaña o una adicional polémica hubiese ganado a Toledo. Los mismos analistas hicieron similares aseveraciones en el 2006. Alan García ganó las elecciones a Humala y esa definición no fue fácil para el mismo Apra, como ahora se dice. Ya había (igual que ahora) un amplio antivoto que llevó a que Humala tenga 2 millones de adhesiones más que la primera vuelta. Pero el Apra logró consolidar su alternativa de cambio responsable y retornar al poder con el 52% versus 48% de Humala. El 2006, como toda elección, no fue fácil. 2. El voto y el antivoto. Siempre ha existido una resistencia al Apra y luego a Alan García. La importancia gravitacional sucesiva del Apra siempre se ha venido acompañada de diversos antiaprismos. Si no cómo analizar las elecciones en la que el Apra no ganaba cuando era la primera minoría (polémicos resultados en 1931, 1963 y 1980). Los países no tienen esencias y menos esencias electorales, los países viven situaciones políticas momentáneas. El Perú electoral reciente es cambiante en el corto plazo y es altamente probable que estas elecciones tendrán resultados muy distantes a los que las encuestadoras más mediáticas enseñaban. 3. El voto en el Perú real. Hoy el Perú tiene circunstancias muy distintas. Pero combina razonamientos y motivaciones que muchas veces no son procesadas o definidas adecuadamente por los analistas. Todos los candidatos tienen la posibilidad de dirigirse a un electorado que puede ser conforme o inconforme, radical o conservador, informal o formal, apático o entusiasta. Las redes permiten llegar a más y facilitan evaluar continuamente lo que se ofrece, pero no reemplazan a la calle y a las propuestas coherentes. Los adultos, en general, no esperan mucho de los políticos; los jóvenes no esperan de la política nada en especial: o porque logran cosas en la vida privada o porque es una juventud popular que tiene carencias inmensas que no la ven resueltas en la política. 4. La responsabilidad de políticos y analistas. Ante las circunstancias descritas, es desde el ejercicio de la buena política y liderazgos coherentes que se puede responder a esta mercantilización reproducida desde algunos “nuevos” partidos y candidatos. El fichaje de un congresista o político hacia partidos tan distintos ha acentuado la pérdida de confianza. Es un espectáculo penoso de políticos y congresistas sin identidad que cambian de camiseta por mantener una curul como una demostración no solo de la fragmentación extrema de la política, sino además por una perdida de principios éticos a costa de tener más poder, fama y beneficios. Agregamos los gastos en abundancia y derroche de dinero que también acentúa la distancia con los votantes. Ante ello, hay que tomar posición. Es libre que analistas (Dargent, Sifuentes, etc.) disfracen deseos por análisis cuando se refieren a Alan García, pero es poco serio hacer pronósticos sin datos actuales y obviando lo pasado. Debemos analizar objetivamente, pero más asumir posición sobre los peligros de continuar por la senda de la improvisación y proponer-actuando para que la política no se reemplace definitivamente por el abundante mercado de nomenclaturas, dineros y vanidades. 5. Alan García en segunda. En la Alianza Popular hemos analizado estos temas. El Perú joven de conocimientos y espectáculos, el Perú migrante, emergente y popular, las comunidades campesinas desconfiadas de la inversión, las clases medias que no deben volver a la pobreza, requieren de un liderazgo claro que tenga el conocimiento y la experiencia necesaria para enrumbar el Perú, dar dirección concertada a las instituciones necesarias ya existentes y la nueva institucionalidad que el Perú nuevo demanda. Ese liderazgo no se improvisa y menos nace de candidatos cuyo primer gesto es comprar lealtades o entregar dinero y dádivas. Estoy seguro de que cuando la Alianza Popular empalme con las expectativas diversas y con la responsabilidad del Perú mayoritario, Alan García pasará a la segunda vuelta. Segunda vuelta que tendrá otros debates, distintas comparaciones y que prácticamente será otra elección. El Perú sabrá votar.