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Ciencia

COVID-19: un enfermo de cada tres sufre secuelas a largo plazo

Informes preliminares de diversos estudios en los Estados Unidos, China y Europa revelan los resultados de quienes sobrevivieron a la COVID-19.

Principalmente, la COVID-19 arremete contra los pulmones, sin embargo, se ha demostrado que también daña a otros órganos. Foto: Andina
Principalmente, la COVID-19 arremete contra los pulmones, sin embargo, se ha demostrado que también daña a otros órganos. Foto: Andina

Las evidencias científicas y clínicas en todo el mundo están rastreando los efectos agudos y a largo plazo de la COVID-19, que, lamentablemente, causa trastornos cardiovasculares, inflamaciones crónicas y graves problemas de salud mental, como la ansiedad, depresión y estrés postraumático.

Tal y como subrayan los investigadores internacionales, los datos disponibles demuestran una salud pública decadente. Por tal motivo, los gobiernos deberían preocuparse más y enfocar sus acciones a doblegar esta adversidad en específico.

Ani Nalbandian, Elaine Wan, ambas del Departamento de Medicina de Columbia University Irving Medical Center, y Kartik Sehgal, del Dana-Farber Cancer Institute, analizaron nueve estudios aplicados en los Estados Unidos, Europa y China para comprender la necesidad de atención del paciente “más allá de la fase aguda” y promover una mejor infraestructura clínica contra la COVID-19.

Todos los detalles del artículo científico están alojados en la revista Nature Medicine desde este lunes 22 de marzo.

Según los firmantes del documento, a través de una cohorte —comparación de datos estadísticos— en 38 hospitales de Michigan (Estados Unidos), se evaluó los resultados de 1.250 pacientes dados de alta a los 60 días. El 6,7% de ellos falleció; un 15,1% requirió reingreso.

De 488 pacientes, el 32,6% dijo tener síntomas persistentes de coronavirus; el 18,9% sufrió nuevos síntomas o empeoraron los que ya presentaban.

“La disnea (dificultad para respirar) al subir escaleras (22,9%) fue la más común, mientras que otros síntomas incluyeron tos (15,4%) y pérdida persistente del gusto y/o el olfato (13,1%)”, escribieron.

Un servicio posagudo de Italia reportó que de 143 pacientes dados de alta, el 87,4% presentó persistencia de síntomas por coronavirus. “La fatiga (53,1%), la disnea (43,4%), el dolor articular (27,3%) y el dolor en el pecho (21,7%) fueron los síntomas informados con mayor frecuencia, y el 55% de los pacientes continuaron experimentando tres o más síntomas”, explicaron.

En China, 1.733 pacientes se sometieron a encuestas a fin de establecer una evaluación de aparición de síntomas durante los seis primeros meses pos-COVID-19. “Al igual que en otros estudios —comentaron los tres investigadores—, la fatiga/debilidad muscular fue el síntoma más comúnmente informado (63%), seguido de las dificultades para dormir (26%) y la ansiedad/depresión (23%)”.

El informe posagudo de China, de igual modo, precisó que las mujeres son más propensas a padecer ansiedad y fatiga dentro del periodo señalado.

Kartik Sehgal, también oncólogo y profesor en la Facultad de Medicina de Harvard (Boston), expresó a la agencia EFE: “Teniendo en cuenta las millones de personas infectadas por el SARS-CoV-2 en el mundo, el peso a largo plazo sobre la salud física, cognitiva y mental está por venir. Nosotros solo detectamos sin duda la punta del iceberg”.

Más adelante, se mencionan en el artículo de Nature Medicine los mecanismos fisiopatológicos con más incidencia, entre ellos, la toxicidad viral, el daño microvascular, la desregulación del sistema inmune, el estado hiperinflamatorio y la aparición de trombosis.

En el apartado de secuelas neuropsiquiátricas, se afirma que en una cohorte de 402 sobrevivientes en Italia, a un mes de hospitalización, casi el 56% resultó positivo en al menos una de las siguientes condiciones psiquiátricas de salud: depresión, ansiedad, insomnio, sintomatología obsesivo-compulsiva o trastorno de estrés postraumático.

El informe, además, hizo recomendaciones en cada uno de sus capítulos. Otros de los temas tratados fueron las secuelas endocrinas y renales; las dificultades dermatológicas; los problemas gastrointestinales y hepatobiliares (relativos al hígado y la bilis); el síndrome inflamatorio multisistémico en niños (MIS-C); y condiciones étnicas o de nutrición/rehabilitación.

“Está claro que la atención a los pacientes con COVID-19 no concluye en el momento del alta hospitalaria y es necesaria la cooperación interdisciplinaria para la atención integral de estos pacientes en el ámbito ambulatorio”, finalizaron los recopiladores de estos datos epidemiológicos.

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