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Domingo

Cecilia Méndez: "Los historiadores de las regiones prestan atención a lo que se sale de la historia oficial"

"Cuando iniciamos el concurso,encontramos que la independencia estaba centrada en la figura de San Martín”, dice la historiadora.

larepublica.pe
Méndez es doctora en Historia por la Universidad del Estado de Nueva York. Ha sido profesora invitada en la Escuela de Altos Estudios de París y docente asociada en la UNSCH, Ayacucho. Foto: Antonio Melgarejo

La historia de la independencia del Perú no se reduce a la imagen de la proclamación de José de San Martín aquel histórico 28 de julio de 1821 en Lima. Nuestra liberación de la corona española fue un proceso largo que se cocinó años atrás desde las regiones. Eso es lo que propone Narra la independencia desde tu pueblo, tu distrito o tu ciudad, un concurso de investigaciones históricas, que impulsa la historiadora Cecilia Méndez y que, en sus dos ediciones (2012 y 2021), ha dado sus frutos con interesantes hallazgos sobre hechos y protagonistas anónimos que levantaron el puño por nuestra libertad. La profesora principal de la Universidad de California, Estados Unidos, y autora de La república plebeya nos invita a ver de una forma distinta nuestro proceso emancipador.

Entiendo que Narra la independencia desde tu pueblo es un proyecto que convoca a investigadores de las regiones a reescribir la historia de nuestra independencia...

Partimos de la idea de reescribir porque la historia no está escrita en piedra y está en constante reestructuración. En 2012, cuando iniciamos el concurso, encontramos un vacío y es que el proceso de independencia estaba centrado en la figura de José de San Martín, incluso las historias de regiones giraban en torno a sus contribuciones en los eventos de las fechas oficiales. Entonces, planteamos dar lugar a investigaciones (de historiadores o hechas por cualquier ciudadano) que nos cuenten qué estaba pasando en su región cuando se proclamó la independencia en Lima. El año pasado, algunos de los ensayos ganadores del primer concurso fueron publicados en el libro Las independencias antes de la independencia, porque esta fue un proceso múltiple donde se dieron muchos eventos en paralelo.

¿Por qué las narrativas regionales sobre el proceso de la independencia han estado al margen de la historia oficial?

Eso no es tan cierto. El gobierno militar de los años 70 publicó varios tomos dedicados a las guerrillas de (los levantamientos en) Tacna de 1811-1813, Huánuco de 1812, Cusco de 1814-1815. Estas rebeliones regionales, que sucedieron antes de la llegada de San Martín y Bolívar, tuvieron su espacio en la historiografía (registro de la historia) y estaban en el calendario oficial, pero entre los 90 y 2000 hubo un olvido de las regiones y el país se recentralizó. Ahora, en cambio, hay un retorno por el incremento de historiadores que escriben desde sus pueblos y por la evolución de la disciplina en Latinoamérica, porque hay temas que antes eran tabú como, por ejemplo, estudiar a las clases populares o indios realistas, tema que investigué en mi libro La república plebeya.

Plantea que, por mucho tiempo, la independencia se redujo solo a la imagen de la proclamación de José de San Martín cuando fue un proceso que empezó con la rebelión de Túpac Amaru y terminó con la batalla de Ayacucho de 1824...

La rebelión de Túpac Amaru no fue necesariamente un movimiento para la independencia, tuvo reivindicaciones más específicas en ese momento (1780 – 1783), pero fue muy influyente porque planteó la ruptura de España como una posibilidad. Fue durante el gobierno de ( Juan) Velasco que se propuso que la cronología de nuestra independencia empezaba con Túpac Amaru y terminaba con la batalla de Ayacucho. Luego, desde el gobierno de Fujimori hasta, aproximadamente, el 2010, se volvió un tabú hablar de rebeliones indígenas e independencia porque se las asociaba con Sendero Luminoso o el MRTA. Incluso, en aquella época, lo correcto en la historiografía era decir que la independencia fue el resultado de la influencia del liberalismo español y las Cortes de Cádiz. Por mucho tiempo hubo un estigma con los investigadores que asociaron la independencia con Túpac Amaru.

En una entrevista hizo un interesante comentario sobre el icónico cuadro de la proclamación de la independencia de Juan Lepiani.

La hipótesis que propongo es que esa pintura (hecha en 1904) se centra en la fi gura de San Martín para hablarnos de una liberación ordenada, nos da la idea de un proceso de independencia sin revolución, cuando tuvimos una historia muy conflictiva y violenta antes y durante la independencia. Por ejemplo, el historiador Gustavo Montoya cuenta que San Martín tenía temor de la insurgencia de guerrillas de Huarochirí. Por otro lado, la pintura también nos habla de una independencia con jerarquías, los militares y la iglesia arriba, y el pueblo abajo, creando una distancia que, en realidad, no existió. San Martín no proclamó la independencia desde un balcón, sino desde un tabladillo, más cerca de la gente. Y en la pintura se ven mestizos y afrodescendientes, pero no indios porque causaban pánico en las élites.

"Los nuevos investigadores están viendo a los personajes anónimos, que adquieren presencia y voz en el proceso de la independencia”. Foto: Difusión

Más importante que la proclamación, dice, fue el proceso de la jura de la independencia...

Es que recordamos la proclama como el hecho fundacional más importante y no a la jura que hacen los propios ciudadanos, organizados con sus pueblos y autoridades, que tiene lugar el 29 de julio de 1821 y en la que se comprometen activamente a defender la independencia del Perú “con su opinión, persona y propiedades”. San Martín sabía que, sin la jura, su proclama no tenía legitimidad.

Volviendo a Narra la independencia desde tu pueblo (...), dijo alguna vez que, en la primera edición, las investigaciones resaltaban la independencia como un proceso heroico, y en esta segunda la describen con cierto desencanto…

En el primer concurso, premiado en 2013, hubo trabajos que enfatizaban la idea más heroica y tradicional de la independencia, pero en la segunda edición hubo investigaciones con una imagen más desencantada y esto por dos razones: por un lado, el impacto del propio desencanto de la política actual. En el último periodo, hemos tenido un presidente cada año, uno duró seis días, hemos vivido una sucesión de crisis política, y el presente, claramente, infl uye en la interpretación que hacemos del pasado. Por otro lado, hay más historiadores en las regiones que prestan más atención a todo lo que se sale de la historia ofi cial y cuestionan las narrativas existentes, y se disputan la verdad histórica, así no guste.

¿A qué te refieres?

Luis Rosado Loarte, por ejemplo, es un joven investigador que escribió un trabajo muy interesante sobre la independencia en Huacho. Desmitificó a un personaje que era un héroe local. Descubrió que explotaba a indios y le cerraron todas las puertas en su pueblo, hasta que apareció dando entrevistas en los medios, y empezaron a tomar más en serio su investigación, tanto así que rebautizaron una calle que llevaba el nombre de aquel personaje. Eso deja una lección, y es que los historiadores tenemos un impacto sobre cómo vemos el presente.

Entiendo que la investigación ganadora del 2021 descubre los abusos y saqueos que vivió Huarochirí tanto del bando realista como del patriota...

Así es, Erick Felix investigó cómo la población de Huarochirí contribuyó con la independencia abasteciendo a las tropas con guerrilleros, incluso enviaron hasta niños, y lo hicieron con la ilusión de ser libres; sin embargo, al final, el pueblo fue saqueado por los dos bandos. Fue un desengaño total, fueron utilizados y hasta ahora no se consigue la reivindicación de esos pueblos (...). La gran contribución de Narra la independencia (...) es que está saliendo a la luz esa verdad histórica que durante tantos años se cubrió con discursos heroicos de orden jerárquico y que, en realidad, son una ficción porque la independencia no fue un proceso ordenado.

Otro hallazgo interesante es la posición realista de sectores del sur del país...

Ciertamente, durante el proceso de independencia hubo quienes la acogieron por convicción y otros calculando qué recibirían a cambio. Por su lado, la élite indígena o los curacas, a quienes los españoles dieron un rol importante, tenían un lugar distinguido y privilegiado. Eran los que tenían un título de nobleza y eran reconocidos como el linaje del inca Huayna Cápac por la corona. No pagaban tributos, se sentaban en los mejores lugares en la iglesia en el Corpus Christi. Los que estaban en contra de los españoles tenían mucho que perder.

¿A qué se refiere cuando dice que “la historiografía no es solo para eruditos, sino es profundamente política”?

Por ejemplo, sobre el concepto de nación, nuestra primera Constitución de 1823 la define como “todas las provincias del Perú”, y la historiografía nos permite revisar el pasado y, por qué no, retomar esas fórmulas iniciales de nuestra República, donde las provincias no solo estaban incluidas, sino que tenían un lugar central en el concepto de nación, y eso es muy político.

Dice que silenciar a ciertos personajes y narrativas del proceso de independencia también es una forma de violencia...

Totalmente, la violencia tiene muchas formas y una de esas es ignorar la verdad. Si silencias a ciertos personajes como si no hubieran contribuido a nada, entonces, ¿quién tomará el crédito de los avances positivos de nuestra historia? Hay que recordar a quiénes nos debemos, porque si tenemos derechos, es porque alguien luchó por ellos antes.

¿A qué personajes no debemos olvidar?

Lo que me fascina de la historia es poner la lupa sobre lo micro y anónimo, y en los eventos que no tienen que ver con lo pomposo e importante (...). Y los nuevos investigadores están viendo a los personajes anónimos, que adquieren nombre, presencia y voz en el proceso de la independencia. La historia no es algo solo para celebrar, sino para entendernos.