La novela de Enrique López Albújar, la primera sobre la esclavitud en el Perú, ha vuelto a publicarse como parte de la Biblioteca Peruana de Peisa. La historia invita a debatir temas peruanos. CHICLAYANO. Enrique López Albújar con Matalaché buscó hacer una obra antirracista. Perfil NACIMIENTO. Enrique López Albújar nació en Chiclayo, 1872. Murió en Lima, 1966. OCUPACIÓN. Abogado formado en San Marcos; juez de primera instancia en Huánuco. Activo periodista político. OBRAS. Miniaturas (poemas, 1895), Cuentos andinos (1920), De mi casona (1924), Matalaché (1928), Los caballeros del delito (1936), Nuevos cuentos andinos (1937), entre otras. AMOR EN TIEMPOS DIFÍCILES • La novela de Enrique López Albújar, la primera sobre la esclavitud en el Perú, ha vuelto a publicarse como parte de la Biblioteca Peruana de Peisa. • La historia invita a debatir temas peruanos. Javier Agreda. Hombre de leyes, abogado y juez, el escritor Enrique López Albújar (1872-1966) fue un atento seguidor del debate político y social. A los 21 años, en 1893, tuvo que pasar varios meses de prisión por ciertos textos periodísticos en los que se burlaba del dictador de turno, y su tesis universitaria “La injusticia en la propiedad del suelo” fue rechazada por subversiva. Ese interés se plasmó también en su obra literaria, especialmente en Cuentos andinos (1920) y la novela Matalaché (1928), la primera que abordó la problemática de la esclavitud en el Perú y que acaba de ser reeditada. Matalaché es una novela histórica que nos remite a 1816 y las costas piuranas. Allí, en la extensa propiedad de don Juan de los Ríos, vive un grupo de esclavos, hombres y mujeres de raza negra, trabajando en labores domésticas o en la fábrica de jabones de su amo. Los protagonistas son María Luz, la joven y bella hija de don Juan, y el esclavo mulato José Manuel Sojo, conocido por el nombre de “Matalaché”. María Luz se enamora de él, de su fortaleza y habilidad artística (es músico y artesano), pero el amor de la pareja acaba trágicamente. El mayor acierto de López Albújar fue hacer que en esta historia de amor confluyan diversidad de temas. En primer lugar, la falta de libertad e injusticias sufridas por los esclavos, descritas con múltiples ejemplos a lo largo de la narración. También la discriminación sexual, graficada en el episodio de la esclava Rita y la falta de acceso de María Luz, a pesar de su inteligencia y riqueza, a una educación superior. La época en que está ambientado el relato lleva a don Juan a vivir una contradicción: es entusiasta defensor de la libertad económica y política respecto a España, pero su fortuna y bienestar están basados en el trabajo de sus esclavos. Menos afortunadas fueron las opciones formales de la novela. En plena eclosión de la literatura vanguardista – La casa de cartón de Martín Adán fue publicada el mismo año–, López Albújar empleó el estilo y técnicas propias de la última generación de escritores modernistas, a la que perteneció junto con Clemente Palma y José Santos Chocano. Por ese motivo subtituló irónicamente como “novela retaguardista” a Matalaché . A este anacronismo hay que sumar problemas de composición, personajes y episodios poco desarrollados (entre ellos el propio final) que en conjunto hicieron que la novela no fuera muy apreciada por las nuevas generaciones de escritores. Sujeto esclavista Las lecturas críticas más recientes señalan que a pesar del tono de denuncia, la novela no puede escaparse del discurso del “sujeto esclavista” –tomamos el término del crítico Marcel Velázquez– propio de la época. Si José Manuel destaca, por su dignidad y presencia, de los demás esclavos es porque su padre es de raza blanca. Velázquez ha señalado las interesantes coincidencias de Matalaché con la tradición palmista “La emplazada”, incluyendo los castigos para esclavos transgresores. Más allá de estos inevitables rasgos de época, López Albújar es reconocido como uno de los fundadores de nuestra narrativa, pues con él se “inaugura el tratamiento realista de la vida indígena y agraria en el Perú” (W. Delgado). Matalaché , a pesar de su “retaguardismo”, mantiene su valor testimonial tanto de los problemas sociales que describe como del trabajo de una generación de escritores peruanos hoy un tanto olvidados.