Nadie duda de las artimañas mafiosas del fujimorismo, pero tampoco es cierto que sean los únicos responsables y se hayan aprovechado de un gobierno débil, tontón y desorientado. ,¿Y quién puso en el Congreso a los parlamentarios involucrados en los keikovideos que ocasionaron la caída de Kuczynski? Obviamente, Keiko Fujimori. Desde la difusión de esos videos parece haberse desatado una guerra, en redes sociales y prensa, sobre quiénes son, en mayor o menor medida, los culpables de la crisis política que vivimos. La respuesta para mí, es todos. Los políticos incapaces de abandonar sus apetitos de poder y avaricia, los medios de comunicación por haber renunciado, en muchos casos a la investigación y fiscalización y, nosotros los electores, por votar de manera irresponsable y poco informada. Me parece que intentar culpar por esta situación solo a los fujimoristas -keikistas o kenjista- es un error y una visión sesgada del problema. Nadie duda de las artimañas mafiosas del fujimorismo, pero tampoco es cierto que sean los únicos responsables y se hayan aprovechado de un gobierno débil, tontón y desorientado. Eso podríamos haberlo pensado al inicio del régimen, pero a estas alturas tenemos claro que PPK mintió y traicionó, no en aras de la gobernabilidad, sino de salvar su propio pellejo. Y es más grave, porque para aferrarse al poder, Kuczynski y algunos de sus ministros o colaboradores no dudaron en poner en práctica las mismas mañas de los mafiosos: comprar votos a cambio de prebendas y beneficios que podrían constituir, incluso, delitos que los lleven a la cárcel. Este gobierno tiene sus anticuchos y los videos vistos recientemente revelan una sola cosa: corrupción o, por lo menos, intento de ello. ¿Por qué entonces minimizar sus actos a simples errores de principiante o a desatinos de un viejito chocho? Nuestras simpatías políticas no pueden cegarnos al punto de defender lo indefendible, eso nos iguala a esa legión de trolls y fanáticos que solemos padecer y cuestionar. El fujimorismo sigue siendo igual o peor que en los 90, eso ya lo sabíamos, pero si nadie les diera la oportunidad o la ventaja para abusar y corromper morirían en el intento. Esa es, lamentablemente, la triste realidad, así que no nos hagamos los ciegos o tontos.