El nuevo gabinete de Pedro Pablo Kuczynski es un gesto hacia la normalización de su Ejecutivo. No se ha buscado, o no se ha logrado, alianzas, ni el concurso de figuras políticas descollantes. Más bien se ha insistido en priorizar las tareas administrativas, con un gabinete que en lo sustantivo replica al anterior, o lo complementa, esperando mejores cifras para el 2018. La cuota conservadora y fujimoristona del anterior gabinete, puesta allí para tranquilizar a Fuerza Popular en un momento en que la concesión parecía ser el camino, sigue allí. Los nuevos ministros llegan de diversas tiendas, pero no parece que vayan a inclinar las cosas en alguna dirección política. Señal de que las cosas más importantes no van a pasar por el gabinete. Lo más llamativo es que PPK haya podido atraer a un par de figuras que vienen del Apra, pero cuando uno mira más de cerca la cosa tiene un cariz de neutralidad. Ambos son bastante junior y profesionales como para no ser realmente parte de la trifulca entre congresistas PAP de estos meses. El paso por Alfonso Ugarte le ha servido a Mercedes Aráoz. Es notoria la designación de personas relativamente jóvenes, varios de ellos con experiencia en el segundo nivel del Estado, y hoy probablemente alentados por una visión de los nuevos ministerios como oportunidades personales. Es evidente que no ven a PPK como el presidente de un gobierno que se desmorona. Podría decirse que PPK ha decidido aprovechar una tregua que durará lo que le tome al fujimorismo llegar a un desenlace de sus problemas internos. La tregua podría extenderse si el impulso antifujimorista, que hoy incluye a PPK, logra mantener su intensidad. Con un enemigo común las relaciones se pueden volver algo más fáciles, y dar aun más tregua. Por último, no se entiende esto de un gabinete de reconciliación (en el año de la reconciliación, además). En tiempo récord la palabra se ha vuelto tan vacua como lo fue la palabra inclusión en el pasado gobierno. Mejor sería olvidarlas a ambas. No se nos ocurre un buen nombre para este gabinete. Quizás podría ser un gabinete de sanación: quedarse quietos y esperar los resultados.